Jabato, María Jesús, Libro de las lunas / Moons’ Book (ilustraciones
de María Bravo; traducción de Pablo Quintana), Burgos, Caja de Burgos, 2015.
María Jesús
Jabato ganó hace dos años el Premio “Ciudad de Orihuela” de poesía para niños,
convocado por la editorial Kalandraka, un galardón que evoca desde su nombre la
figura de Miguel Hernández, tan ligado a la localidad alicantina, y que no en
vano se falla coincidiendo con el aniversario de su nacimiento y se entrega
cerca del de su muerte. Como natural prolongación de ese premio, e incluso como
agradecido homenaje a la sombra benefactora del poeta, la autora nos ofrece
ahora este bilingüe Libro de las lunas /
Moon’s Book, que desde el título evoca a Miguel Hernández y su Perito en Lunas. Por si quedara alguna
duda, la dedicatoria – “Miguel Hernández, perito en lunas, en la memoria” – lo
confirma. Además, el libro está dividido en cuatro partes que reflejan las
distintas fases de la luna y reflejan otros tantos momentos de la vida de Miguel Hernández, como queda claro en los propios
epígrafes.
Así, tanto el
que todo el poemario evoque a Miguel Hernández como la división en estas cuatro
partes, que suponen un amago de narración, entronca con un rasgo muy frecuente
en la poesía infantil actual en español.
Mientras que
los poemarios para adultos son conjuntos de poemas en los que se puede hallar
un nexo común pero sin que este sea evidente desde el principio, en los
infantiles suele claro hilo conductor que funciona como marco o metanarración.
En consonancia con ello, Libro de las
lunas puede leerse como una narración de la vida de un poeta, Miguel
Hernández, pero cuya acción no avanza tanto a golpe de anécdota, pues la
referencia a acontecimientos de la biografía del poeta no siempre es clara, como
de espíritu.
La primera
parte, “Luna Nueva: Miguel Hernández nació en Orihuela el 30 de octubre de
1910. De niño, fue pastor de cabra”, refleja la niñez como cabrero de Miguel
Hernández, y por eso la mayoría de los poemas están dedicados a las cabras o
tienen estas por protagonistas. En el primer poema, sin embargo, ya se adelanta
la faceta de poeta del niño Miguel, cuando, hablando de una cabrita rubia, dice
que “grita al viento / ento / ento, / que son carbón sus pezuñas / unas /
uñas”. Los demás tienen casi todos un tono más bien juguetón, con sinsentidos y
juegos de palabras, como en La boda,
o personificaciones, como en Copla de la
cabra ciega. Sin duda esta es la sección más lúdica de todo el poemario,
porque refleja precisamente la infancia del poeta. Solo al final, en el último
poema, da un paso hacia cierto lirismo (“Los cuernos de la cabra / son el
perchero / donde el sol del verano / cuelga el sombrero”) que será la tónica
general de la segunda sección, “Cuarto creciente: Mientras cuidaba el ganado,
Miguel Hernández leía y escribía poesía”, que refleja el momento de aprendizaje
poético de Miguel Hernández. Por eso, la mayor parte de las composiciones tiene
un componente metafórico y arroja una perspectiva distinta sobre la realidad:
es la mirada de un poeta, que sabe encontrar relaciones inesperadas entre las
cosas que lo rodean.
La tercera
sección, “Luna llena: En 1936 estalló la Guerra Civil. Miguel Hernández se fue
a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena”, supone un punto de inflexión,
tanto en la vida del escritor de Orihuela como en el propio poemario. La
intención de la autora queda clara desde el primer y brevísimo poema, que
intenta plasmar la visión de la guerra desde una óptica infantil relacionada
con el juego (“Yo soy rojo. / Y yo azul. / Eres tonto. / Tonto tú. / No te
ajunto. / A mí qué . / Yo te mato. / Yo también”). Dicha visión es asimismo
palpable en otros poemas como Cómo se
hace una guerra, que usa el molde de la receta para describir los elementos
de una guerra y el absurdo de la misma, La
guerra imposible, que se construye sobre estructuras paralelísticas y usa
el sinsentido propio de la poesía popular para denunciar el sinsentido de la
guerra, Arirmética o Nana para dormir un soldado. Entre este
tono general, destaca por la potencia de sus imágenes, y por la sintética
ilustración que lo acompaña, un poema de título tan contundente como ¡Bang!
Por último,
la cuarta sección, “Cuarto menguante: En 1939 apresaron a Miguel Hernández.
Enfermó. Murió en la cárcel del Alicante el 28 de marzo de 1942”, es quizás la
más miscelánea de todas, y la menos clara en unidad. Junto a poemas en los que
se refleja la muerte del poeta (Como un pajarillo,
Eclipse de lune) y su posteridad, hay otros poemas en los que se vuelve a
usar el tono lúdico predominante (Matemática
de la luna, Poesía inacaba-, Nueva
poesía inacaba-) y, en fin, hay composiciones que parecen motivas por una
clara pretensión de expresar la idea de que, aunque un poeta muera, la poesía
es algo que continúa en los versos y la mirada de los que siguen vivos.
Para quien
esté familiarizado con la obra de María Jesús Jabato, este libro no le deparará
ninguna sorpresa. Está presente en él lo que podría llamar “marca de la casa”: hay recursos típicos de la
poesía popular combinados en algunos momentos con el uso de metáforas más
audaces que dan una mayor tersura a su estilo y que elevan considerablemente la
calidad del poema. No hay duda, pues, de que de María Jesús Jabato domina la
técnica poética de los versos de arte menor, de raigambre popular, con suma
maestría: es ahí donde radica su punto fuerte y donde el poemario cumple con
creces con lo que pretende. Además, la autora sabe diversificar sus recursos
dentro de esta línea general y crear así poemas con distintos moldes textuales
que evitan la sensación de reiteración. Sin embargo, creo que María Jesús
Jabato es también maestra en una parte tan importante de la poesía como es la
creación de metáforas y de imágenes, y tal vez se echa de menos que hubiera sacado más a relucir esa veta suya de
creadora de imágenes nata, porque sin duda este libro, y la misma advocación a
Miguel Hernández sobre la que se construye, así lo pedía. O, dicho de otra
manera, que este Libro de las lunas se
elevara un poco más a esos cielos líricos por los que a veces los versos sí se pasean.