viernes, 27 de junio de 2014

El clásico de la semana es...


The New Faber Book of Children's Book, una antologìa de poemas en lengua inglesa a cargo de Matthew Sweeney con la que este trataba de renovar, en 2001, la ya clásica de Janet Adam Smith titulada The Faber Book of Children's Verse. En el volumen, pensado para lectores de entre nueve y quince, conviven poemas escritos expresamente para ellos con otros que al editor le parecieron adecuados, siguiendo siempre el criterio de huir de lo obvio, incluir temas como la muerte y el amor y no agrupar los poemas por temas, sino en una suerte de diàlogo entre ellos. De ahì el variopinto y rico menù resultante, con poemas de Emily Dickinson, Sylvia Plath, John Keats, Charles Rosen, Christina Rossetti, Mark Roethke, Elizabeth Bishop E. E. Cummings y Shakesperare, entre otros. Una delicia cuyo conocimiento debo a Oscar Sabini, a quien se lo agradezco desde este blog.


The New Faber Book of Children's Verse (ed. Matthew Sweeney), Londres, Faber, 2001.

lunes, 23 de junio de 2014

“Poetry for Children”, by Morag Styles

“I am tempted to say that there is not such thing as poetry for children. There is plenty of poetry about children; and some of the best poetry ever written is about childhood; at some time or other most poets explore that inviting furrow – their own childhood and growing up. A great body of the so-called canon of children’s verse was never intended for the young at all, but was verse with adults thought suitable for children. The gatekeepers of the canon are the anthologists.
       Of course, poets have written specifically for children, some choosing to divide their time between different audiences; other specialising in juvenile poetry. The latter group has, however, been marginalised by influential editors of the past and present (…). 
       Poems by Shakespeare, Wordsworth and Tennyson, who never wrote for children, have been collected more frequently in prestigious anthologies of the last hundred years than work by Stevenson Lear or Rossetti. Look at distinguished anthologies of the nineteenth and twentieth century and consider the omissions. Where are the poets writing for children? Where are the women? Most anthologies of the past and present are testimonies to the preferences or elite group of academically educated men. Poetry by women, working-class people, ethnic minorities and those who specialise in writing  for the young are often treated as second class. A large body of the poetry actually favoured by children (so the evidence would suggested) ha been ignores by anthologists. The tension between the improving instincts of adults and what children choose to read is nowhere more keenly demonstrated than in the anthologising of verse for the young”.

Styles, Morag, “Poetry for Children”, en Hunt, Peter, International Companion Encyclopedia of Children’s Literature, Oxon, Routledge, 1996 (190) 

domingo, 22 de junio de 2014

Rime di rabbia





Tognolini, Bruno, Rime di rabbia, Milán, Salani Editore, 2010 (ilustraciones de Giulia Orecchia)


No es la rabia un sentimiento que abunde en la poesía para niños, refugiada como parece esta en una suerte de Edad de Oro o Arcadia literaria donde solo caben contemplaciones de la naturaleza en un tono en general buenista, tal vez porque el yo poético que más abunda en ella es una especie de maestro bienintencionado que solo habla a los niños que le gustaría tener en clase, es decir, esos niños atentos, tranquilos e inocentes que no tienen ninguna maldad y a los que hay que alejarlos de los peligros de la vida. Cada época dibuja con su literatura infantil la idea de infancia que existe en ese momento de la historia, y la poesía infantil de hoy no parece dirigirse a un niño rabioso o preocupado, sino esforzarse en proteger a la infancia de cualquier asomo de peligro o incertidumbre. Y, sin embargo, la rabia, el aburrimiento, el enfado, el ennui son sentimientos muy propios de una edad de la vida donde no se nos permite tomar muchas decisiones independientes y donde la progresiva construcción de la personalidad propia y de los deseos de libertad está en pugna constante con un fuerte deseo de protección y seguridad. De esta lucha pueden surgir sentimientos extremos como la rabia, que existe en la niñez, y cómo. ¿Nadie recuerda cómo odiábamos de repente, con una intensidad inversamente proporcional a la duración del sentimiento, a compañeros de clase que hasta hace poco han sido nuestros mejores amigos, a padres, a hermanos, a maestros? ¿Nadie recuerda cómo la rabia subía por nuestra garganta cuando era imposible mantener nuestras promesas de no volver a hablar a los demás? Quien no lo recuerda es quizás porque ha mistificado su infancia. Pero en ella la rabia siempre estaba ahí, acechante.
De la rabia trata precisamente este libro de Bruno Tognolini (Cagliari, 1951), Versi di rabbia, como indica su título, que es toda la declaración de intenciones y que no deja dudas la lector acerca de lo que le espera. Son estos versos de rabia, en los que se podría entender ese complemento del nombre tanto con un sentido de origen – escritos desde la rabia o con rabia – como con un sentido de producto y resultado –sobre la rabia –, pues en ningún momento esconden que es ese sentimiento el que tiñe todo el conjunto de poemas. Esto es ya de por sí digno de mención y elogio, pues de todas las modalidades que se han desarrollado y establecido a la largo de la historia de la literatura, tal vez sea la invectiva la más ignorada por este último siglo y medio de modernidad poética que, a mi juicio, ha llevado a la poesía desde los púlpitos decimonónicos, con su lenguaje henchido y sus exclamaciones pensadas para ser gritadas y declamadas, a los sillones de los salones burgueses y las tertulias de café, donde se lee en voz baja y en soledad, por una primacía del lirismo que encaja mal con el recitado en alta voz. La invectiva está más cerca de la primera opción que de la segunda, pues nace del careo, de la interlocución, de la plaza pública, y es poesía que sí espera respuesta. Extraño resulta, por ello, que no haya tenido más suerte en la poesía infantil (salvo en lasa burlas y juegos populares), ya que esta tiene un componente insoslayablemente oral derivado de la herencia de lo tradicional y está pensada en muchos casos para se recitada y trabajada – como se dice en ámbitos pedagógicos – con los niños que para ser leída por estos en el silencio de su habitación.
Estos Versi di rabbia resistirían la prueba del grito, del improperio, de la descarga, de la explosión de frustración, del desahogo absoluto, aun siendo versos que solo de vez en cuando usan recursos populares, que no siempre usan la rima y que se distinguen por una acusada irregularidad en la medida de los versos.
Como muchos poemarios para niños, este también se articula en torno a un tema que unifica todas las composiciones, lo cual es al mismo tiempo un riesgo y una ventaja. La ventaja es de cara al lector y la situación comunicativa, ya que tal vez un lector en formación como el infantil agradezca un eje orientativo, una barandilla a la que agarrarse cuando comienza a leer un libro que no es una narración, que es según Antonio Lugli la forma por excelencia de la literatura infantil y la que el niño está más habituado. El inconveniente es de cara al autor, pues tal corsé no hace sino constreñirle un poco, aunque también pueda suponer un desafío que estimule su creatividad, pues, al fin y al cabo, de muchos encargos draconianos han nacido obras maestras. No obstante, y como sucede tantas veces, aquí se remonta esa dificultad y se consigue una variedad dentro de un tono general acusatorio, invectivo, a veces burlesco, a veces encendido, no pocas veces frustrado y siempre muy airado. De esta manera, se ofrece un auténtico repertorio de rabias, de distintos tipos, con distintas causas y, sobre todo, expresadas a través de diversos recursos, que es lo más importante.
Hay verdaderas expresiones de rabia, como Malaugurio del traditore, donde una voz poética inconfundiblemente infantil le desea lo peor a un antiguo amigo que ahora prefiere la compañía de otro niño. Y, entre otras cosas, espera que el otro tenga quinientos cuarenta y seis dientes cariados con los que siempre quiera besarlo. Este uso de imágenes de gran fuerza y con cierta tendencia al feísmo aparaece también en Rima lontana lontana, donde el yo poético aconseja al interlocutor que se aleje porque en torno al corazón tiene “diez perros”, “un incendio rojo” y un “alambre de espinas”, que le harán daños si se acerca. Y, sobre todo, en una serie de tres poemas (Improperio del regno animale, Improperio del regno vegetale, Improperio del regno minerale), donde el yo poético lleva a cabo una invectiva basándose en dos recursos combinados: la enumeración de insultos, por un lado; y las metáforas basadas en elementos de los tres reinos naturales, por otro. Se llama al innominado interlocutor lindezas como “Cara de cerdo, aliento de perro / Cabeza de oveja, ancas de rana”; “Nariz de patata con ojos de judía”, “Piel de garbanzo”, “Corazón de piedra, cara de bronce”, “No has nacido de una madre de verdad / sino escavado en una mina”, “Manos de hierro como dos pesas / me haces daño cuando me acaricias”, y “Es por todo esto por lo que debajo de la ropa / estás oxidado”.
En otras ocasiones, en cambio, se da un respiro a la rabia. Es el caso de Rima spaccaparole juega a dividir palabras compuestas: “Giochamo a pianoforte / tu sei piano, io son forte”, y otros constituyen auténticos diálogos en que dos voces discuten entre sí para no llegar a ningún acuerdo, poniéndose así de manifiesto la inutilidad de los litigios. O de Rima giostrina, basado en la paradoja: “Tu sei tupido, ma non lo sai. / E vuoi sapere perché non lo sai? / Perché seis tupido / Ma non lo sai” (“Tú eres tonto, pero no lo sabes. / ¿Y quieres saber por qué no lo sabes? / Porque eres tonto / pero no lo sabes”). 
Todo el conjunto está enmarcado por dos poemas, el de inicio y el de cierre, que no están colocados ahí al azar, y que suponen una declaración de intenciones. El primero, que se llama Rima di rabbia, como sucede muchas veces en los poemarios, nos introduce en el tono general del libro, con su metafórica forma de definir el sentimiento de la rabia (“Aliento de arena”, “Flor de fuego” “Acaba con todo / y deja mi corazón / limpio y seco”). El último, mucho más largo, Ultima rima. Per i grandi. Scongiuro contro il nazismo futuro (Última rima. Para los mayores. Exorcismo contra el nazismo futuro) destaca, en primer lugar, por su consciencia del doble lector que tiene casi siempre la literatura infantil, pero, sobre todo, porque supone una autocrítica a la sociedad que los mayores están legando a los niños, y expresa el deseo de que la rabia de estos no se convierta en el futuro en un cuento demasiado cruel y duro.
Subrayando de vez en cuando estos versos de rabia aparece un total de seis ilustraciones en blanco y negro, que expresan de manera sintética y con recursos propios de la poesía visual algunos de las imágenes expresadas en el texto al que acompaña. Este sería, pues, un poemario con ilustraciones más que un poemario ilustrado, ya que aquí ambos lenguajes no dialogan casi en igualdad de condiciones, como sucedería en un álbum-poema, y las ilustraciones acompañan muy pocos poemas. Por ejemplo, en Rimetta d’amore furioso (“Mare en burrasca, terra in tempesta / Se non mi ami ti spacco la testa”; “Mar en borrasca, tierra en tormenta / si no me amas, te corto la cabeza”), una silueta femenina se sienta, con los ojos vendados, sobre un oleaje en forma de corazón mientras, encima de ella, una flecha que atraviesa un corazón la apunta también a ella. O, en Rima senza perdono, la cabeza de una figura masculina se convierte en una especie de nube emborronada, mientras que, en la ya mencionada Rima lontan lontana, se representa un corazón rodeado por un alambre de espinas, reflejando una de las imágenes de los versos.
Por último, no querría finalizar esta reseña sin hacer una referencia a la edad del posible lector de estas Rime di rabbia, pues, al considerarlo, surge la pregunta de si existe verdaderamente una poesía juvenil como género independiente, más allá de los textos que no han sido escritos para ellos y que sin embargo se dan a leer a los jóvenes lectores en los libros de texto de lengua o en las antologías preparadas expresamente para ellos. Un libro como este quizás podría ser la respuesta – afirmativa – esa pregunta. Porque se trata de poesía hecha para ellos y sobre ellos, donde la voz poética es impostada, pues no deja de ser un adulto quien habla, pero es no falsa ni suena a falsete. Todo un logro.

viernes, 20 de junio de 2014

Lezioni di didattica


“Per i bambini piccini è ben difficile trovare poesia, con valore d’arte, che possa essere guadagnata da un’intima comprensione. Bisogna ricorrere a non poesie? Ai soliti versi per bambini: “La mattina di buonora Balzerai dal letto fuora; Di lavarti non ti incresca Viso e man con l’acqua fresca”, e simili o peggiori? Dunque niente poesie nelle prime classi? No. Poesie anche puerili, quanto ne se vuole, ma sempre cantate: la musica toglie il pericolo del meccanismo accennato; centro dell’interesse è il movimento, l’espressione ritmica del canto. Non v’è la serie verbale che si fissa e si cristalizza nelle repetizioni, perché ritmo e parole fanno tutt’uno; e le parole toccano alla memoria col ritmo, e da quello prendono il colorito. Questo si sa bene nei giardini d’infanzia, nei quali la poesia cantata si accompagna assai di frequente e assai facilmente ai vari giochi istruttivi; si dimentica troppo spesso nelle prime classi elementari, le quali, oggi, per i nove decimi della scolaresca, han valore quale dei giardini d’infanzia. Oltre il canti c’è però per i bambini, anche di età tenerissima, una specie diciamo pur di poesia, ma si dovrebbe dire di giuochi, assai adatta: la letteratura popolare offre scioglilingua, indovinelli, ninne nanne, novellette e leggende in versi, ecc. Tutto questo ricchissimo materiale è infantile perché è popolare: per molti rispetti infatti queste due parole si possono considerare sinonime”

[Lombardo Radice, G. Lezioni di didattica, Firenze, Sandron, 1951, 228-29]

miércoles, 18 de junio de 2014

El clásico de la semana es...




Aunque en España es un ilustre desconocido, Vamba, seudónimo con el que Luigi Bertelli (1852-1920) firmó muchas de sus obras, es uno de los nombres fundacionales de la literatura infantil italiana, junto con Carlo Collodi, autor de Pinocho, y Edmondo d’Amicis, autor de Cuore. Casi a la misma altura que estos clásicos de la literatura para niños cabe situar su archiconocido en Italia Il Giornalino dei Gianni Burrasca, que apareció por entregas, en 1912, en una publicación periódica para niños fundada por el propio Vamba en 1906, Il Giornalino de la Domenica. Traducido aquí por SM con el título de El diario de Gian Tormenta, en 1999, el libro es una aportación más al arquetipo del niño preguntón y travieso que no comprende el mundo de los adultos y que no deja de hacer una trastada tras otra, aunque no sea a propósito. Una especie de Celia masculino e italiano, en definitiva, con quien comparte además su nacimiento por entregas.
Además, y entre otras obras, Vamba publicó Ciondolino en 1895 (del que existe una traducción española de 1943, Pingajillo. El muchacho que se volvió hormiga) y La storia d’un naso (La historia de una nariz), en 1905. Se trata de una narración en verso que cuenta la historia de Maso, un niño de doce años al que, por meterse todo el tiempo el dedo en la nariz, esta le crece y crece, tanto que un grupo de saltimbanquis que pasan por su pueblo lo secuestran para convertirlo en una atracción de circo. A partir de ahí empieza una rocambolesca sucesión de aventuras narradas e ilustradas con el característico sesgo satírico de Vamba. Para esta edición, publicada en 2001 por Robin Edizioni, se han recuperado las ilustraciones en color del propio, que se intercaladas, en páginas satinadas, en tres momentos específicos del libro, y que conviven con las nuevas de Corrado Sarri, que han sabido plasmar también el universo de Vamba. 

Vamba (Luigi Bertelli), La storia d’un naso, Roma, Robin, 2011. 

jueves, 12 de junio de 2014

Due che si amano



Schubiger, Jürg (texto) y Erlbruch, Wolf (ilustración), Due che si amano,
Roma, Edizioni e/o, 2012.

Por nuestra (de)formación académica y filológica, al reseñar un libro de poesía infantil siempre tendemos a ocuparnos primero del texto y después de la ilustración, cuando lo normal sería más bien hablar del libro como conjunto, de la impresión que produce en el lector y el contemplador como tal, y luego ya pasar a analizar cada una de las partes por separado para al final llegar a una síntesis, en un trayecto circular que parta de la síntesis entre palabra e imagen y vuelva a ella. Sin embargo, al ponernos a reseñar este poemario originalmente publicado en alemán con el título Zwei, die sich lieben, que hemos conocido y leído en italiano, y que aún no está publicado en España (aunque supongo que no tardarán en hacerlo) vamos a invertir la tendencia y a comenzar por las ilustraciones, por una razón muy sencilla. Mientras que del autor del texto no habíamos oído hablar antes, aunque según la nota bio-bibliográfica final ha ganado el premio Andersen, el ilustrador es sin duda una de las figuras capitales de la ilustración y la literatura infantil europea de la segunda mitad del siglo XX, al que debemos obras maestras tan bellas y conmovedoras como El cisne y la muerte, escrita e ilustrada por él, o El viaje de las mariposas, con texto de Gioconda Belli.
Erlbruch se ha convertido en un clásico de la ilustración europea de los últimos años, y ello con unas ilustraciones que también podríamos denominar, sin que asome en esta calificación ninguna intención peyorativa, clásicas, a la manera, por ejemplo, de Sendak, aunque no puedan estar más alejadas. Siempre muy bien recortadas sobre un fondo de color crema, salvo cuando el poema habla de la noche y se convierte en negro, las ilustraciones tienen una expresividad sutil y sin dramatismos. Los colores no son nunca estridentes, las composiciones son reposadas y serenas, con algunas sutiles deformaciones para plasmar mejor lo que dice el poema o el gesto amoroso de los distintos animales representados.
Salvo dos excepciones en dos poemas un poco diferentes de los demás, las ilustraciones siempre muestran dos animales juntos, y en la mayoría de los casos están besándose. El beso, ese momento en que se juntan las bocas para expresar amor, ocupa en general el centro de la composición y une la mayor parte de las veces a dos animales de distinta especie: una foca y un oso; un perro y un pez en su pecera; un perro y una cabra; un búho y una ardilla; un gato y un pato. En algunas ocasiones estos animales están personificados y sexuados, de manera que uno de ellos se ve que es femenino porque lleva ropas de mujer y otro masculino porque viste como un hombre. Pero en otras ocasiones los animales se presentan tal cual, en su desnudez, de manera que no se puede saber el sexo de los mismos. En cualquier caso, y de nuevo sin ninguna estridencia ni ningún tremendismo, estas ilustraciones suponen, más que un elogio de la diferencia, un elogio de la confluencia, y muestran cómo el amor puede unir animales de distintas especies. Eso lo dicen por sí solas las ilustraciones, sin necesidad de conocer el texto. Si las viéramos separadas, quedaría más que claro. Pero con los poemas esto se vuelve indudable.
Lo primero que hay que destacar en ellos es sin duda el hecho de que traten del amor. Aunque este es uno de los temas fundamentales de la poesía universal, está sin embargo mucho menos representado en la infantil, donde en cambio campan a sus anchas los animales y la naturaleza, como es bien sabido. No hay muchos poemarios de amor destinados a niños, y para cuando el tema podría conectar con el lector, ya en la adolescencia, desaparece una poesía dirigida a ese lector como tal, y se recurre a poesía no escrita para ellos pero que se considera apta para esas edades. Habrá quien piense que el amor no es un tema infantil, y que los niños no saben lo que es el amor. Sin embargo, creo que basta recordar nuestras preferencias infantiles por determinadas personas para darse cuenta de que algo de amor ya está como semilla en la infancia, quizás más radical, quizás distinto, pero presente. En este sentido, Due che si amano supone la unión de un tema típico de la poesía para niños (el mundo animal personificado) con un tema típico de la poesía universal de todos los tiempos (el amor). Se habla así a los niños en un lenguaje verbal y visual que conocen, con una iconografía animalística que les resulta familiar familiar, con el fin de favorecer su acercamiento y su comprensión del amor. No es, sin embargo, un libro edulcorado en el que se le dé la espalda a la faceta menos amable del amor, ni un catálogo amoroso almibarado para consumo infantil. Es un catálogo, sí, pero en él hay un poco de todo, aunque de todo se hable con una serenidad que conecta también con el tono general de las ilustraciones.
El primer poema, Cos’è l’amore, define lo que es el amor, como una especie de frontispicio o de introducción en la materia, con comparaciones (“Dentro di me qualcosa ha scenato / che è cresciuto e poi scoppiato / come un fuoco di artificio colorato, / uno spectacolo incantato”) en la que resuena una larga tradición de poesía amorosa occidental. En esta línea, hay, por ejemplo, un tono encendidamente lírico en el poema Stelle (Estrellas), uno de los pocos, por cierto, en los que la ilustración no refleja una pareja. Aquí vemos a una oveja, con ropas de mujer, mirando embelesada y esperanzada el cielo cubierto de estrellas, donde se insinúan tres estrellas fugaces. A través de una sucesión de metáforas y comparaciones que relacionan las estrellas con la persona amada y el amor (“Stelle, oh, stelle, / fiaccole chiare / nella notte infinita, / stelle da sfogliare / come una margherita… Stelle como scintille, / occhi ardenti / come le sue pupille… Stelle, / oh stelle cadenti / dolci come caramele, / stelle splendenti / come la sua pelle”), el yo poético, que podemos identificar con el personaje de la ilustración, expresa su anhelo de la persona amada. En Quando sei con me, en fin, la ilustración muestra a un conejo y a un saltamontes brincando al mismo tiempo, y el texto enlaza con ello al comenzar, de forma hiperbólica, así: “Il mio cuore fa salti di gioia / quando tu sei con me”.
Pero no todo son encendidas declaraciones de amor, ni se muestra solo la cara más amable del amor. Una cara menos amable del amor está presente en Di nascosto (A escondidas), que narra el encuentro entre un gato y un pato que se aman aunque no hablen la misma lengua y que se entienden en silencio, en Addio, que habla del desamor, o en In terra straniera, donde la sensación de desamparo queda plasmada en versos como “Il mondo era arido, roccioso e scostante”. Tampoco es amable, aunque está tratada un humor que sirve para compensar el lirismo y la gravedad de algunos poemas, Un buen affare (Un buen negocio), que plasma el encuentro entre una mujer “decisa e battagliera” y un “timido signore”, y que da entrada a la guerra de sexos. Y también en el humor se basa otro poema cuya ilustración solo representa un animal, una rana a la que el texto se llama “Vitoria la ranocchia”. Aquí se hace un uso más acusado de recursos de la poesía popular, como el paralelismo, algo que no es demasiado frecuente en este libro pero que tampoco está del todo ausente, para contar la historia de una rana que no perdió la ocasión de encontrar el amor porque estaba en casa (“Alla mia porta u ranocchio ha bussato / era lì, grosso e verde, non l’ho sognato. / E meno male che non ero uscita / o la fortuna mi sarebbe sfuggita”).
No es fácil, desde luego, hablar del amor con cierta originalidad a estas alturas, ni tampoco lo es hacerlo con los niños como destinatarios sin caer en un tono melifluo y pueril. En Due che si amano, sin embargo, se consigue. He aquí un poemario que habla del amor, a través de sus palabras, y nos muestra cómo se manifiesta, a través de sus ilustraciones, en un tono sereno que no rehúye ni lo bueno ni lo malo, ni las efusiones ni el humor, ni lo cotidiano ni excepcional. He aquí un poemario que habla, en fin, de todo lo que es al amor, que no siempre es bueno, ni es siempre malo; que, simplemente, como la vida misma, es.

lunes, 9 de junio de 2014

El clásico de la semana es...





El clásico de esta semana es, por supuesto, italiano. Se trata de L'arpa de la fianciullezza (que podría traducirse como El arpa de la chiquillería), una antología de poemas para niños de cinco a diez años que se publicó y reeditó varias veces en Italia a finales del siglo XIX. El artífice de la misma fue un pedagogo e intelectual bastante conocido entonces, Luigi Sailer, que también dirigió la publicación quinquenal Le prime lecture. En el CESCO tienen tres ejemplares de esta selección de poemas que está organizada por secciones temáticas, las cuales llevan títulos como Il cielo, l’aria, la terra; Le piante; Gli animali; L’uomo; Il lavoro; Gli studi; Ricreamenti, Casa e famiglia; Patria, armi e leggi; Dio o Orazioni cristiane. Leyendo esta antología, que incluye poemas de Leopardi, Metastasio, Mafei, Dante, Cantù o el propio Sailer, uno se da cuenta mejor que en otras ocasiones de que la literatura infantil es un concepto mutante y cambiante, que depende sobre todo de la idea del niño que tenga cada época. La de finales del XIX no es, desde luego, la misma que la nuestra, y basta con ver qué se consideraba poesía apta para niños de cinco a diez años para confirmarlo.  


jueves, 5 de junio de 2014

Entrega y presentación del libro del XI Premio “Luna de Aire” de poesía infantil




Se puede leer un reportaje sobre la entrega y la presentación aquí.

Próximamente, a mi vuelta de Italia, una reseña del libro ganador y una entrevista con la autora, que con este ha hecho el triplete de premios de poesía infantil en España.

lunes, 2 de junio de 2014

El clásico de la semana es...

Ante mi próxima estancia en Macerata (Italia), que empieza mañana, el clásico de la semana es, por supuesto, italiano: un magnífico poema de Gianni Rodari procedente de un libro reseñado aquí hace tiempo, Filastrocche in Cielo e Terra, publicado aquí como Retahílas de cielo y tierra, con traducción de Miguel Azaola. Elegí el poema hace unos días, así que no tiene nada que ver con los últimos acontecimientos nacionales, aunque sea pertinente.  
 
Il dittatore

Un punto piccoletto,
superbioso e iracondo
“dopo di me – gridava -
verrà la fine del mondo!”

Le parole protestarono:
“Ma che grilli hai pel capo?
Si crede un Punto – e – basta,
e non è che un Punto – e – a – capo”.

Tutto solo a mezza pagina
lo piantarono in asso,
e il mondo continuò
una riga più in basso.
 
El dictador

Un minúsculo puntito
muy soberbio e iracundo,
gritaba: “Después de mí
solo queda el fin del mundo!”

Las palabras protestaron:
“Este chico está fatal;
no es más que un punto y aparte
y se cree el punto final”.

Lo dejaron solo en medio
de la página, chillando,
y una línea más abajo
el mundo siguió girando.

Poesía infantil e ilustración



En el último número de la revista OCNOS, que publica el CEPLI, ha aparecido un interesante artículo de Ana Margarida Ramos sobre las funciones de la ilustración en la poesía infantil. Se puede leer (en portugués) aquí

Ramos, A. M. (2014). Ilustrar poesia para a infância: entre as rimas cromáticas e as metáforas visuais. Ocnos, 11, 113-130.

domingo, 1 de junio de 2014

El clásico de la semana es...


El libro del cohete (The rocket book), de Peter Newell, publicado por primera vez en 1912: la rimada (y agujereada) crónica de cómo un cohete sube desde el sótano al ático, atravesando (y agujereando) veinte pisos por el camino. 

Se puede leer en inglés aquí.

Y leerlo mientras se oye la voz de Phil Chenevert recitando los versos, aquí.


Newell, Peter, El libro del cohete, Barcelona, Thule, 2008 (versión de Aloe Azid).