jueves, 12 de junio de 2014

Due che si amano



Schubiger, Jürg (texto) y Erlbruch, Wolf (ilustración), Due che si amano,
Roma, Edizioni e/o, 2012.

Por nuestra (de)formación académica y filológica, al reseñar un libro de poesía infantil siempre tendemos a ocuparnos primero del texto y después de la ilustración, cuando lo normal sería más bien hablar del libro como conjunto, de la impresión que produce en el lector y el contemplador como tal, y luego ya pasar a analizar cada una de las partes por separado para al final llegar a una síntesis, en un trayecto circular que parta de la síntesis entre palabra e imagen y vuelva a ella. Sin embargo, al ponernos a reseñar este poemario originalmente publicado en alemán con el título Zwei, die sich lieben, que hemos conocido y leído en italiano, y que aún no está publicado en España (aunque supongo que no tardarán en hacerlo) vamos a invertir la tendencia y a comenzar por las ilustraciones, por una razón muy sencilla. Mientras que del autor del texto no habíamos oído hablar antes, aunque según la nota bio-bibliográfica final ha ganado el premio Andersen, el ilustrador es sin duda una de las figuras capitales de la ilustración y la literatura infantil europea de la segunda mitad del siglo XX, al que debemos obras maestras tan bellas y conmovedoras como El cisne y la muerte, escrita e ilustrada por él, o El viaje de las mariposas, con texto de Gioconda Belli.
Erlbruch se ha convertido en un clásico de la ilustración europea de los últimos años, y ello con unas ilustraciones que también podríamos denominar, sin que asome en esta calificación ninguna intención peyorativa, clásicas, a la manera, por ejemplo, de Sendak, aunque no puedan estar más alejadas. Siempre muy bien recortadas sobre un fondo de color crema, salvo cuando el poema habla de la noche y se convierte en negro, las ilustraciones tienen una expresividad sutil y sin dramatismos. Los colores no son nunca estridentes, las composiciones son reposadas y serenas, con algunas sutiles deformaciones para plasmar mejor lo que dice el poema o el gesto amoroso de los distintos animales representados.
Salvo dos excepciones en dos poemas un poco diferentes de los demás, las ilustraciones siempre muestran dos animales juntos, y en la mayoría de los casos están besándose. El beso, ese momento en que se juntan las bocas para expresar amor, ocupa en general el centro de la composición y une la mayor parte de las veces a dos animales de distinta especie: una foca y un oso; un perro y un pez en su pecera; un perro y una cabra; un búho y una ardilla; un gato y un pato. En algunas ocasiones estos animales están personificados y sexuados, de manera que uno de ellos se ve que es femenino porque lleva ropas de mujer y otro masculino porque viste como un hombre. Pero en otras ocasiones los animales se presentan tal cual, en su desnudez, de manera que no se puede saber el sexo de los mismos. En cualquier caso, y de nuevo sin ninguna estridencia ni ningún tremendismo, estas ilustraciones suponen, más que un elogio de la diferencia, un elogio de la confluencia, y muestran cómo el amor puede unir animales de distintas especies. Eso lo dicen por sí solas las ilustraciones, sin necesidad de conocer el texto. Si las viéramos separadas, quedaría más que claro. Pero con los poemas esto se vuelve indudable.
Lo primero que hay que destacar en ellos es sin duda el hecho de que traten del amor. Aunque este es uno de los temas fundamentales de la poesía universal, está sin embargo mucho menos representado en la infantil, donde en cambio campan a sus anchas los animales y la naturaleza, como es bien sabido. No hay muchos poemarios de amor destinados a niños, y para cuando el tema podría conectar con el lector, ya en la adolescencia, desaparece una poesía dirigida a ese lector como tal, y se recurre a poesía no escrita para ellos pero que se considera apta para esas edades. Habrá quien piense que el amor no es un tema infantil, y que los niños no saben lo que es el amor. Sin embargo, creo que basta recordar nuestras preferencias infantiles por determinadas personas para darse cuenta de que algo de amor ya está como semilla en la infancia, quizás más radical, quizás distinto, pero presente. En este sentido, Due che si amano supone la unión de un tema típico de la poesía para niños (el mundo animal personificado) con un tema típico de la poesía universal de todos los tiempos (el amor). Se habla así a los niños en un lenguaje verbal y visual que conocen, con una iconografía animalística que les resulta familiar familiar, con el fin de favorecer su acercamiento y su comprensión del amor. No es, sin embargo, un libro edulcorado en el que se le dé la espalda a la faceta menos amable del amor, ni un catálogo amoroso almibarado para consumo infantil. Es un catálogo, sí, pero en él hay un poco de todo, aunque de todo se hable con una serenidad que conecta también con el tono general de las ilustraciones.
El primer poema, Cos’è l’amore, define lo que es el amor, como una especie de frontispicio o de introducción en la materia, con comparaciones (“Dentro di me qualcosa ha scenato / che è cresciuto e poi scoppiato / come un fuoco di artificio colorato, / uno spectacolo incantato”) en la que resuena una larga tradición de poesía amorosa occidental. En esta línea, hay, por ejemplo, un tono encendidamente lírico en el poema Stelle (Estrellas), uno de los pocos, por cierto, en los que la ilustración no refleja una pareja. Aquí vemos a una oveja, con ropas de mujer, mirando embelesada y esperanzada el cielo cubierto de estrellas, donde se insinúan tres estrellas fugaces. A través de una sucesión de metáforas y comparaciones que relacionan las estrellas con la persona amada y el amor (“Stelle, oh, stelle, / fiaccole chiare / nella notte infinita, / stelle da sfogliare / come una margherita… Stelle como scintille, / occhi ardenti / come le sue pupille… Stelle, / oh stelle cadenti / dolci come caramele, / stelle splendenti / come la sua pelle”), el yo poético, que podemos identificar con el personaje de la ilustración, expresa su anhelo de la persona amada. En Quando sei con me, en fin, la ilustración muestra a un conejo y a un saltamontes brincando al mismo tiempo, y el texto enlaza con ello al comenzar, de forma hiperbólica, así: “Il mio cuore fa salti di gioia / quando tu sei con me”.
Pero no todo son encendidas declaraciones de amor, ni se muestra solo la cara más amable del amor. Una cara menos amable del amor está presente en Di nascosto (A escondidas), que narra el encuentro entre un gato y un pato que se aman aunque no hablen la misma lengua y que se entienden en silencio, en Addio, que habla del desamor, o en In terra straniera, donde la sensación de desamparo queda plasmada en versos como “Il mondo era arido, roccioso e scostante”. Tampoco es amable, aunque está tratada un humor que sirve para compensar el lirismo y la gravedad de algunos poemas, Un buen affare (Un buen negocio), que plasma el encuentro entre una mujer “decisa e battagliera” y un “timido signore”, y que da entrada a la guerra de sexos. Y también en el humor se basa otro poema cuya ilustración solo representa un animal, una rana a la que el texto se llama “Vitoria la ranocchia”. Aquí se hace un uso más acusado de recursos de la poesía popular, como el paralelismo, algo que no es demasiado frecuente en este libro pero que tampoco está del todo ausente, para contar la historia de una rana que no perdió la ocasión de encontrar el amor porque estaba en casa (“Alla mia porta u ranocchio ha bussato / era lì, grosso e verde, non l’ho sognato. / E meno male che non ero uscita / o la fortuna mi sarebbe sfuggita”).
No es fácil, desde luego, hablar del amor con cierta originalidad a estas alturas, ni tampoco lo es hacerlo con los niños como destinatarios sin caer en un tono melifluo y pueril. En Due che si amano, sin embargo, se consigue. He aquí un poemario que habla del amor, a través de sus palabras, y nos muestra cómo se manifiesta, a través de sus ilustraciones, en un tono sereno que no rehúye ni lo bueno ni lo malo, ni las efusiones ni el humor, ni lo cotidiano ni excepcional. He aquí un poemario que habla, en fin, de todo lo que es al amor, que no siempre es bueno, ni es siempre malo; que, simplemente, como la vida misma, es.

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