Silvia Vecchini (texto)
y Sualzo (ilustraciones), Finalmente qui,
Imola, Bacchilega Editore, 2016
En los
últimos años parece haberse impuesto la idea de que es necesario que los niños
entren en contacto lo antes posible con la poesía escrita para que luego se
conviertan en lectores. Es indudable que lo hacen de manera oral, a través de
las nanas, las canciones escenificadas, las suertes o los juegos mímicos, pero
al mismo tiempo parece existir un salto entre lo oral y lo escrito, pues a
veces los niños (y los mayores: pongo por caso mis estudiantes) no conciben como poesía aquello que usan y han usado en la vida cotidiana y
sí lo que les obligan o han obligado a leer en los libros. Por eso es necesario
que haya obras que llenen ese hueco y que tiendan puentes entre esa
forma oral de vivir la poesía y la escritura poética, que al fin y al cabo
demanda otras destrezas. Afortunadamente, en español tenemos la suerte de
contar con dichos colecciones como La Cereza, de Combel, de Mar Benegas, o De
la Cuna a la Luna, de Kalandraka, de Antonio Rubio, que están en esta línea: se
trata de volúmenes pequeños, en cartoné, con poco pero muy sugerente texto en
mayúsculas, y en el que no importa tanto
el contenido como la sonoridad de las palabras y lo que evocan inesperadas
combinaciones entre ellas.
El libro que
hoy reseñamos, Finalmente qui, De
Silvia Vecchini y Sualzo, que acaba de ser publicado en Italia, está sin duda
también en esta línea (textual y peritextual), pero va un paso más allá, porque
también está tejida con otros mimbres.
En un
encuentro reciente celebrado en la Feria de Bolonia, al que tuve la suerte
asistir, Silvia Vecchini explicó que la idea del libro no le vino dada por su
propia experiencia como madre (aunque ella misma es madre de tres hijos junto
al ilustrador del libro, Sualzo, como se indica en el colofón), sino por los
recuerdos de dicha experiencia, que fueron reavivados por la reciente
maternidad de algunos de sus amigos. Fue así como nació este Finalmente qui, que es un libro de
poesía para niños pero también para adultos o que, mejor dicho, es un libro de
poesía para que los adultos lean en voz alta a sus bebés recién nacidos. Y ese
doble destinatario – cosa nada infrecuente, por cierto, en la literatura
infantil, como es bien sabido – se encarna literalmente a lo largo de las
páginas del libro por cómo está estructurado, como veremos más adelante.
Pero, antes
que nada, querría detenerme en el prólogo que antecede a los poemas, en el que
se hace una breve declaración de lo que se pretende con este libro, de lo que
se quiere que sea, de su fin y sus destinatarios:
Poche parole, poche figure, pochi colori.
Solo alcuni inviti a parlare con il tuo bambino, la
tua bambini, lungo il tempo specialissimo e prezioso che va dai primi giorni ai
primi pasi.
Leggi ad alta voce, bisbiglia alle sue orecchie,
canta. E poi inventa altre parole, altre rime e altri giochi, che siano tutti
vostri.
L’amore è una lingua sempre nuova e i bambini sono
maestri pazienti.
(Pocas
palabras, pocas imágenes, pocos colores.
Solo algunas
sugerencias para hablar con tu hijo, con tu hija, durante el tiempo precioso y
especialísimo que va desde sus primeros días a sus primeros pasos.
Lee en voz
alta, susúrrale al oído, canta. Y luego inventa otras palabras, otras rimas y
otros juegos que sean solo vuestros.
El amor es
una lengua siempre nueva y los niños son maestros pacientes).
El libro es,
en esencia, eso, pero su concepción ya refleja el deseo de puesta en práctica y
de interacción con el bebé que guía a sus autores. Sobre todo, por cómo está
secuenciado y estructurado.
Cada
secuencia del libro ocupa una doble página, como suele ser habitual en los
álbumes. Ahí se encuentra, por un lado, una ilustración que ocupa todo el
espacio y dos tipos de texto muy bien diferenciados, que aparecen o bien en
negro, si el fondo es claro, o bien en blanco, si el fondo es oscuro. Uno de
los textos está en letras mayúsculas y es el poema propiamente dicho; el otro
está en minúsculas y son las instrucciones o sugerencias para que el adulto
lea, recite o utilice los versos al niño. En algunas de las secuencias, el
poema está en la página par y las instrucciones (que vendrían a ser una especie
de acotaciones emocionales) en la impar; en otros casos, al revés; y, en otros,
los menos, en la misma página. Así, cada poema se corresponde a un momento
preciso del desarrollo del niños, desde el parto a sus primeros pasos, y una
manera especial de ser recitado, susurrado o cantado, en la que no solo entra
en juego la voz, sino también el cuerpo. Por ejemplo, el primero poema, que
refleja el momento liminar del parto, se une a esta instrucción: Da dire sotto voce celebrando fine e inizio,
es decir, “Para decir en voz baja celebrando fin e inicio”; y, más adelante, se
recomienda realizar Una declarazione
dondolandosi guancia a guancia (“Una declaración balanceándose mejilla con
mejilla”) para acompañar el primer baile juntos.
La idea es
sin duda excelente, pero de nada serviría una brillante concepción si no fuera
acompañada por una ejecución a su altura. En el encuentro en la feria que he
mencionado anteriormente, Silvia Vecchini decía que echaba en falta materiales
literarios de calidad para primeros lectores, que había muchas publicaciones
pero muchas adolecían de una falta total de cuidado desde el punto de vista
literario. Sin duda esa ha debido ser una motivación tan grande como el
recuerdo de su propia maternidad, porque Finalmente
qui no se agota en esa idea excelente de unir texto poético más
instrucciones, sino que ofrece poesía de muy alta calidad, lo cual es aún más
difícil de llevar a cabo con un espacio tan exiguo como el que demandan los
primeros lectores y los pre-lectores, como se ve, por ejemplo, en este poema:
Mi offri la tua mano
aperta da bacciare,
un fiore caldo
lo premo sulla boca,
mano parola
che chiama chi toca.
(Me ofreces
tu mano / abierta para besarla / una flor cálida / la aprieto sobre la boca, /
mano palabra / que llama a quien toca).
Hay, además,
una variedad en el uso de recurso. A veces se usan recursos de repetición, más
lúdicos y cercanos a lo popular (Prendi,
stringi, scuoti. / Prendi, picchi, ruoti. / Prendi, tiri, lanci) y también
hay momentos plenos de humor y ternura, como el poema que refleja cómo el niños
descubre que debajo de su calcetín siempre aparece un pie. En general lo que
Vecchini nos ofrece, al igual que en sus dos otros libros de poesía para niños
(Poesie delle notte, del giorno, di ogni
cosa intorno, ya reseñado aquí hace dos años, y Dentro la fiaba, publicado en año pasado), es una apuesta decidida
por la función poética del lenguaje, incluso en textos tan breves y para este
tipo de (pre)lectores.
Las
ilustraciones son otro acierto. En este caso, se nota mucho que es un proyecto
conjunto que ha ido desarrollándose en paralelo, porque hay una conexión muy
evidente entre texto e imágenes. El formato pequeño, cuadrado, ideal para los
primeros lectores y los pre-lectores, es también ideal para un libro que tiene
que ver con momentos de intimidad, y las ilustraciones van también en esa
línea. Sualzo, el ilustrador, dijo en la presentación mencionada que en las
imágenes había querido jugar con la perspectiva limitada y cercana de un niño,
el cual siempre ve las cosas demasiado cerca porque todo el mundo se acerca a
él. Y así es. Usa continuamente primerísimos planos en los que desaparece
alguna parte de lo representado. Por ejemplo, las caras de los adultos (e
incluso la mitad de ellas) ocupan buena parte de la página en varias ocasiones,
sobre todo al principio, aunque esto va cambiando, coherentemente, según el
niño va creciendo, va cobrando independencia en su existencia y, por tanto, en
el libro. Esta sensación de intimidad se completa con la elección de los
colores y su falta de saturación, que nos sumergen en una atmósfera suave y
tierna, aunque esto también va cambiando a lo largo del libro, y hacia el final
se va ganando cierta intensidad que refleja una concepción distinta del mundo.
Finalmente qui es un bello y logrado libro. Un poemario que aboga
por que el niño que empieza a vivir, a escuchar, a sentir y, después de todo
ello, a leer, tenga derecho a la poesía de calidad, a la buena poesía. Ojalá
cunda el ejemplo, ojalá algún editor español se anime a publicarlo (yo me
ofrezco a traducirlo con sumo gusto).
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