El clásico de
esta semana es Spiaggia, sdraio e
solleone, es decir, Playa, tumbona y canícula, un libro de poemas
publicado en 2000 por el autor italiano Nico Orengo (1944-2009), quien, junto a poetas como Piumini,
Pecora y Sciojola, entre otros, forma parte de esa generación de autores italianos de versos para niños que buscó nuevos caminos de renovación después del
indiscutible e influyente magisterio de Gianni Rodari.
Como el
propio autor anuncia en la nota previa, el libro es “un breve, incompleto, catalogo de
objetos y emociones estivales”,
en el que cada poema está centrado en un objeto típicamente veraniego o, mejor
dicho, típicamente playero. Así, hay poemas dedicados al mar, a la crema
bronceadora, al helado, a las casetas de baño, a la tumbona, a la pelota, al
cubo, a la pala, etc. Se trata de poemas breves y muy evocadores, con los que ni a un niño ni a un adulto le cuesta identificarse.
El autor lo sabe, y de ahí que invite al lector, también en la nota introductoria,
a escribir sus propios poemas sobre el verano (a tal efecto, se dejan algunas páginas en blanco con líneas en el interior).
Pero, pese a
esta fácil identificación de la que hablamos, Orengo no se deja llevar solo por
la nostalgia o por el carácter siempre festivo y excepcional de las vacaciones,
y hay muchos poemas en los que asoma una voz ligeramente irónica que refleja
las incomodidades del verano, como las hormigas, el olor a bronceador que no se
va nunca, la arena que nos acompaña incluso cuando hemos vuelto a casa, las
construcciones que aparecen al lado del mar de un año para otro, las sandalias
que siempre se resbalan o la canción del verano, que suena y suena sin parar. También hay espacio para convertir estos rituales veraniegos en símbolos de iniciación, como ocurre en el poema El trampolín, donde el niño que se salta desde él llega al agua convertido ya en un jovencito.
Por ello, este Spiaggia,
sdraio e solleone es un buen reflejo, a veces lírico, a veces irónico, de
nuestro imaginario vacacional, plasmado en un verso rítmico y ligero, como el
propio verano. Y, como el verano mismo, el libro dura un suspiro, pero deja un
poso fresco, soleado y un tanto melancólico en nuestra memoria.
L’abbronzante
Quell’odore un po’
nausante di crema
abbronzante che si
mescola
al fritto di pesce e
non esce dalla pelle
che
a fine stagione, dopo
un
aquazzone.
La canzone
Per un mese è là
stessa canzone,
in spiaggi, sul
balcone,
in pizzeria, sul
lungomare,
da “Ginseria” e da
“Maglione”.
La canzone è sempre
la stessa: quella
dell’amore
che ti ha fatto fessa.
Il costume
Lontano dall’acqua
uno straccetto triste,
conchiglia molle .
Trampolino
Sali bambino
sul trampolino
il cuore in gola
poi si vola
ed entri nel mare
già ragazzino.
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