El argumento más extendido para justificar la abrumadora presencia de la poesía popular y de poesía culta deudora de la popular en la formación literaria de los niños es que a estos les gusta más.
Por esa misma regla de tres, a los niños solo les daríamos de comer chucherías, dulces y hamburguesas porque es lo que les gusta, y nunca probarían las verduras, la fruta, cierto tipo de carnes o el pescado.
Los hábitos - ya sean dietéticos o poéticos - tienen que ser variados si aspiramos a que los niños crezcan fuertes y sanos, tanto en cuerpo como en imaginario.
Al fin y al cabo, una hamburguesa no deja de ser carne preparada de otro modo.
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