La editorial Gustavo Gili
publicó el año pasado en su colección Los cuentos de la cometa una curiosa joya
bibliográfica, Animales animados, que
esconde una historia editorial no menos curiosa.
Animales animados es el único texto infantil que escribió el
reconocido poeta y dramaturgo ruso Serguéi Tretiakov, y fue publicado en 1926
en los números 22 y 23 de la revista juvenil soviética El pionero. En esta primera publicación, los poemas fueron
acompañados por unas ilustraciones más bien convencionales del artista Borís
Pokrovski (1912-2009) que estaban muy alejadas de las concepciones artísticas
que Tretiakov defendía en El frente de la
izquierda de las artes, una revista de vanguardia creada por Vladímir
Maiakovski cuyo diseño de la maqueta de cubierta fue diseñado por Aldeksandr
Ródchenko. Era la época del constructivismo, el movimiento de vanguardia ruso
que floreció en la Unión Soviética antes de que fuera sustituido por la
doctrina artística estatal, el realismo socialista.
Las ilustraciones de Animales animados fueron realizadas en
conjunto por Ródchenko y Varvara Stepánova (1894-1958), una de las “amazonas”
de la vanguardia rusa. Ella se encargó de realizar los animales en papel, y él
de fotografiarlos. De hecho, pretendían que los niños pudieran fabricar ellos
mismos sus animales, basados en formas geométricas. Y esta edición de Gustavo
Gili nos ofrece esa posibilidad, ya que incluye un anexo suelto con las figuras
de un caballero y un caballo listas para recortar y ser armadas.
A pesar de todo ello, y
pese a fueron anunciadas en 1927 en la revista El nuevo frente de izquierda de las artes como ejemplo de creación
constructivista para niños, estas ilustraciones de Ródchenko para Animales animados nunca fueron
publicadas, tal vez por el elevado coste de la impresión.
Ródchenko no dejó ninguna maqueta ni
instrucción para el montaje del texto y las imágenes, pero, aun así, en 1980 ambas
se publicaron por primera vez como libro en alemán, y luego en 1990 ocurrió lo
propio en japonés. En 2010 se publicó la edición francesa, titulada Aminaux à mimer, en la que se basa esta
española de Gustavo Gili. Por eso supongo que la traducción, realizada en
verso, parte del francés y no del ruso, aunque al menos sí se incluyen los
textos originales en esta lengua en cada página. Como desconozco el ruso, no sé
cuánto se ha perdido por el camino, ni cuán fiel son estas versiones españolas
al original.
En cualquier caso, resulta
cuando menos curioso comprobar que la tendencia a incluir animales en las
poesías para niños alcanza también a tradiciones infantiles literarias muy
alejadas de la hispánica. Y también es un tanto contradictorio que, por muy
moderno que fueran las imágenes de Ródchenko, o por muy ambicioso que fuera el
proyecto de influir en las mentes infantiles con un nuevo tipo de arte que
dejara atrás los convencionalismos de la ilustración infantil, los textos no
sean sino tradicionales poemas de animales como los que existen en tantas
tradiciones infantiles, sin que en ningún momento se dé entrada a recurso
vanguardistas como los que sí aparecen en las imágenes. Así, pues, la
modernidad indudable de estas, que llama la atención aún hoy en día, contrasta
con el tradicionalismo de los versos, típico de la poesía para niños ahora mismo y hace también
casi cien años.
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