Domergue, Agnès y
Hudrisier, Cécile, Auprès de la Fontaine…
Fables en haïku, París, Édition Thierry Magnier, 2016.
Domergue, Agnès y
Hudrisier, Cécile, Autrefois l’Olympe…
Mythes en haïku, París, Édition Thierry Magnier, 2015.
Domergue, Agnès y Hudrisier,
Cécile, Il était un fois… Contes en haïku,
París, Édition Thierry Magnier, 2013.
Para bien o
para mal, en la literatura infantil impera una suerte de estilo internacional, con ciertas características que pueden
encontrarse en obras que pertenecen a lenguas y tradiciones diferentes, al
menos dentro de Occidente. Incluso existen coincidencias en la manera en que los géneros infantiles se renuevan en distintas tradiciones literarias.
En los
últimos años la poesía infantil en lengua española se ha caracterizado por el
consabido choque entre tradición y modernidad, entre un deseo de renovar el
género y otro de ser continuista con el fin de no perder lectores. En esta
pugna lógica, podemos encontrar algunas tendencias muy fáciles de reconocer.
Por un lado, hay cierto deseo de usar nuevas estrofas y de huir de los moldes
de la lírica popular mediante el verso libre o la incorporación de moldes de
otras tradiciones, como el haiku japonés. Y, por otro lado, se da una tendencia
bastante acusada a realizar relecturas de temas tradicionales y textos clásicos,
como los cuentos, los mitos o las fábulas. Ambas tendencias, de las que hay
sobradas muestras tanto en español como en otras lenguas (el libro de Dahl Cuentos en verso para niños perversos es
fundacional y muy influyente a este respecto), confluyen en estos tres libros
escritos por Agnes Domergue e ilustrados por Cécile Hudrisier, en los que se
lleva a cabo una relectura en formato de haiku de tres fuentes tradicionales muy
ligadas a la literatura infantil: los cuentos de hadas, los mitos y las fábulas
de La Fontaine.
Los tres
volúmenes constituyen sin duda un tríptico poético postmoderno (en el sentido
de revisitar mediante formas nuevas – en occidente, claro está – textos muy
viejos y conocidos) dotado de gran unidad. Que tengan una misma autora y una
misma ilustradora ya es esencial para ello, pero, además, se pueden leer como
una serie porque están publicados por la misma editorial y con el mismo formato.
Se trata de
libros de pequeño formato pero de tapa dura. Tanto la cubierta como la
contracubierta son blancas. En la parte superior derecha de la cubierta vemos
el título del libro con el subtítulo aclaratorio correspondiente (… en haïku) en la misma tipografía, si
bien cambia el color, para dotar de individualidad a cada volumen. En esa misma
tipografía y color, pero más pequeños, están los nombres de las autoras, más
abajo, y la parte central la ocupa una ilustración que refleja algunas de las
del interior del libro. El lomo, en todos los casos, es de tela y de color, en
cada caso distinto. La contracubierta incluye uno de los haikus y un texto
sintético y aclaratorio de lo que
podemos encontrar dentro, que siempre empieza de manera similar,
haciendo referencia a la dificultad de condensar en tres líneas toda una
narración (Vouloir raconter un conte en
trois lignes, c’est essayer de mettre un kilo d’oranges dans une toute petite
fiole!, en el caso de los cuentos; Vouloir
raconter les Fables de La Fontaine en
trois lignes, c’est tenter entrer veau, vache et cochon dnas un ridicule pot au
lait, en el de las fábulas; y Vouloir
raconter la mythologie grecque en trois lignes, c’est essayer de mettre un kilo
de pommes d’or dans une minuscule fiole, en el de los mitos).
El interior revela
asimismo una gran coherencia entre los libros. Los haikus aparecen siempre en
la página impar, en letras blancas y sobre un fondo de color poco saturado que
combina con los tonos usados en la ilustración, la cual siempre aparece sobre
fondo blanco. Como otros libros de haikus ilustrados, en este caso la
ilustración es en general un acierto porque en ella se ve la misma
concentración que en la composición poética. No se elige, por tanto, realizar
una ilustración más amplificadora o que invada la página en blanco, sino una
imagen tan concentrada (y centrada en la página) como el propio haiku, a modo
de poema visual. Además, el fondo de color no saturado de la página impar
combina a la perfección con la técnica usada, la acuarela, que ofrece tonos
menos intensos que otras opciones.
Las
composiciones son necesariamente elípticas y, por lo tanto, altamente evocadoras
y centradas en el detalle. Cuando el haiku intenta condensar una narración más
larga, aunque no lo sea tanto como una novela, siempre se debe optar por una
sintaxis sincopada y enumerativa. Los tres versos y el número limitado de
sílabas obligan con frecuencia a la eliminación de nexos, por ejemplo, y a la
yuxtaposición, así como a eliminar detalles que se supone el lector conoce
porque ya está familiarizado con el cuento, el mito o la fábula. De esta forma,
los haikus se encienden como fogonazos imaginarios, o como pinceladas o trazos
minimalistas, en medio del silencio, para evocarnos, más que contarnos, la
historia que pretenden reescribir.
Por todo ello, estos tres libros, sin duda difíciles de traducir al español pero no de replicar en nuestra lengua, constituyen, además de una bella muestra de libro infantil y de libro objeto, una buena herramienta de educación literaria, así como un buen instrumento para desarrollar la expresión escrita y la creatividad en jóvenes y no tan jóvenes lectores. Nos hace ver, entre otras cosas, que los clásicos son textos extremadamente maleables y adaptables y que siguen relecturas – textuales y visuales – infinitas.
Por todo ello, estos tres libros, sin duda difíciles de traducir al español pero no de replicar en nuestra lengua, constituyen, además de una bella muestra de libro infantil y de libro objeto, una buena herramienta de educación literaria, así como un buen instrumento para desarrollar la expresión escrita y la creatividad en jóvenes y no tan jóvenes lectores. Nos hace ver, entre otras cosas, que los clásicos son textos extremadamente maleables y adaptables y que siguen relecturas – textuales y visuales – infinitas.
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