viernes, 30 de enero de 2015

El clásico de la semana es...

  Esta semana se podría decir que entra en escena (y nunca mejor dicho) un clásico contemporáneo, si es que tal cosa existe, pues se trata de una de las piezas cantadas en el musical Into the Woods, una obra maestra postmoderna (por su sentido de la relectura de los cuentos clásicos) del gran maestro Stephen Sondheim, esta vez en compañía de James Lapine. 
    Las canciones de cualquier tipo son poesía en la medida en que son obras en verso, aunque hechas para ser cantadas y no recitadas o leídas, y por eso este Lament (en la BSO de la versión cinematográfica, Witch's Lament) entra en esta categoría. Lo he elegido por encima de todas las fantásticas canciones del musical porque en sus pocos versos expresa a la perfección no el lamento de una bruja, sino simplemente el lamento de una madre que ve cómo su hija crece, la abandona y se va a vivir su vida, un proceso natural para una madre y para una hija, en el que ambas se van alejando hacia dos orillas opuestas, y un tema esencial de casi toda la literatura infantil. Este sentimiento se concentra alrededor de dos versos que se pueden considerar el leit motif de todo el musical, No matter what you say, / Children won’t listen. Los niños, en efecto, no escuchan, y ahí está en principio del camino hacia la madurez, aunque esto sea también un gesto de ingratitud, como se dice al final del todo, solo pueden pasar de ser algo que amas a algo que pierdes, sin transición. 
    El texto completo dice así: 

This is the world I meant.
Couldn’t you listen?
Couldn’t you stay content,
Safe behind walls,
As I
Could not?

Now you know what’s out there in the world.
No one can prepare you for the world,
Even I.
How could I, who loved you as you were?
How could I have shielded you from her
Or them...

No matter what you say,
Children won’t listen.
No matter what you know,
Children refuse
To learn.

Guide them along the way,
Still they won’t listen.
Children can only grow
From something you love
To something you lose...

   Incluyo aquí dos versiones. La primera, la más canónica de la gran Bernardette Peters, que fue quien interpretó el papel de la bruja en el montaje original en Broadway; la segunda, más de actualidad, la de Meryl Streep en la versión cinematográfica, con un enlace solo de audio, y otro con la escena completa que incluye la canción (aviso: spoilers).





 

miércoles, 28 de enero de 2015

Libros seleccionados en el Premio Fundación Cuatro Gatos 2015

      La Fundación Cuatrogatos, una organización sin fines de lucro creada en Miami por los escritores Sergio Andricaín y Antonio Orlando Rodríguez , selecciona cada año los veinte mejores 20 títulos publicados el año interior en lengua española por editoriales de Iberoamérica y Estados Unidos. Su objetivo es contribuir a la difusión y la lectura de libros de alta calidad creados por escritores e ilustradores iberoamericanos.

Estos son los veinte títulos seleccionados en 2015: 

Al sur de la Alameda Diario de una toma
Lola Larra
Ilustraciones de Vicente Reinamontes
Santiago de Chile: Ekaré Sur, 2014


Cielo de agua
Aramís Quintero
Ilustraciones de Betania Zacarias
México D.F.: Fondo de Cultura Económica, Fundación para las Letras Mexicanas, 2014


Cocorococó
Didi Grau
Ilustraciones de Christian Montenegro
Buenos Aires: Pequeño Editor, 2014


Cu Canguro
Gabriela Keselman
Ilustraciones de Nora Hilb
Buenos Aires: Norma, 2013


De paseo
Texto de Estrella Ortiz
Ilustraciones de Paloma Valdivia
Santiago de Chile: Editorial Amanuta, 2014


12 poemas de Federico García Lorca
Federico García Lorca
Ilustraciones de Gabriel Pacheco
Sevilla: Kalandraka Ediciones Andalucía, 2014


Duerme, niño, duerme
Texto de Laura Herrera
Ilustraciones de July Macuada
Santiago de Chile: Ediciones Ekaré Sur, 2013


Feliz Feroz
El Hematocrítico
Ilustraciones de Alberto Vázquez
Madrid: Anaya, 2014


¡No!
Marta Altés
Barcelona: Thule, 2013


El paseador de perros
Daniel Nesquens
Ilustraciones de Erica Salcedo
Madrid: Ediciones SM, 2014


Polvo de Roca
Nono Granero
Ilustraciones de Géraldine Alibeu
Barcelona: A buen paso, 2014


La puerta de los pájaros
Gustavo Martín Garzo
Ilustraciones de Pablo Auladell
Madrid: Impedimenta, 2014


Rompecabezas
Diego Bianki
Buenos Aires: Pequeño Editor, 2013


Rompecabezas
María Fernanda Maquieira
Ilustraciones de Karina Maddonni
Buenos Aires: Alfaguara, 2013


El secreto de Sofía
Niñocactus
Ilustraciones de Claudia Degliuomini
Salamanca: La Guarida Ediciones, 2014


Tristania
Andrés Acosta
Ilustraciones de Marco Chamorro
México D.F.: Ediciones El Naranjo, 2014


Un cóndor en Madrid
Paloma Muiña
Ilustraciones de Mercè López
Zaragoza: Edelvives, 2014


Un señor muy recto & una señora con muchas curvas
Fidel Sclavo
Montevideo: ¡Más Pimienta!, 2013


La voz del árbol
Vicente Muñoz Puelles
Ilustraciones de Adolfo Serra
Madrid: Anaya, 2014


Zoom
Andrea Ferrari
Buenos Aires: Ediciones SM, 2013


En el folleto se pueden leer las reseñas de los libros ganadores, así como la relación de finalistas y una selección de ochenta libros recomendados. 


lunes, 26 de enero de 2015

The Song of Wandering Aengus


Yeats, Willian Butler (texto) y Marina Marcolin (ilustraciones), The Song of Wandering Aengus, An Spidéal, Futa Futa, 2014.

W.B. Yeats es sin duda el gran poeta nacional irlandés, en una tierra pródiga en grandes y premiados poetas, y puede que lo sea porque su poesía logró plasmar de manera mítica y arquetípica la esencia de lo irlandés, al menos tal y como lo concebimos los que no somos irlandeses: una tierra verde y brumosa, medio salvaje, llena de cantos, baladas y leyendas, donde en cada rincón acecha el misterio pero también la poesía.
Sin embargo, la poesía de Yeats no es fácil. O, mejor dicho, no es fácil llegar a ella porque es engañosamente fácil, y a veces uno se queda con cara de ¿Y? después de leer un poema suyo. Pero si toda poesía ha de leerse a ser posible en versión original para comprenderla del todo y toda traducción de poesía es en poesía más que en prosa una traición continuada, en el caso de Yeats lo es aún más. De hecho, no fue hasta que leí sus poemas en inglés cuando comencé a apreciarlos como se merecían, pues es solo en su versión original donde salta al oído su sonoridad próxima a la balada, su ritmo irresistible, su incuestionable embrujo sonoro. Además, Yeats es un poeta de sorpresas, porque en más de una ocasión sus poemas discurren por una aparente senda de prosaísmo que desemboca empero en una imagen sublime e inolvidable que es la que sostiene el resto de los versos, los transfigura y nos ilumina a modo de saludo final. Sucede, por ejemplo, en uno de sus más conocidos, When you’re old, y sucede también en este The Song of Wandering Aengus, cuyos dos versos finales son antológicos: The silver apples of the moon / The golden apples of the sun, es decir, “Las manzanas plateadas de la luna, / las manzanas doradas del sol*. Dos versos, por cierto, usados con gran acierto en Los puentes de Madison, una película sobre un breve encuentro amoroso que remitía con gran congruencia así a este poema sobre un encuentro amoroso breve que, como aquel del film de Eastwood, se prolonga a través del tiempo y el recuerdo. 
Yeats, claro está, no escribió estos versos  para niños, pero volvemos a lo de siempre, a la adecuación por encima de la pretensión, al hecho de que la literatura infantil es eminentemente un gran monstruo voraz y sobre todo pragmático, que come de todo y coge aquello que se aviene con ella, venga de donde venga, y haya sido escrito con la intención que haya sido escrito. Aun así, tanto esta canción como otros de sus poemas como se pueden considerar aptos para niños, pues cumplen con bastantes de los rasgos más recurrentes de la poesía infantil: hay una gran presencia de la narratividad, un ritmo muy marcado que hace que casi se puedan cantar (muchos han sido musicados, como el conocidísimo Down by the Salley Garden, usado por cierto en los créditos de la película El baile de agosto), una aparente pero engañosa transparencia que los hace fáciles de entender y que al mismo tiempo no está reñida con una poeticidad altísima, a veces recóndita pero siempre iluminadora, a la que hacía referencia antes. Por todo ello, no es de extrañar que este poema se haya convertido en un libro ilustrado. Lo que sí puede sorprender a priori es que, a la hora de plasmar en imágenes esta pieza tan arquetípicamente irlandesa, no se haya elegido un ilustrador de esa nacionalidad, sino a una artista italiana, Marina Marcolin. Y no cabe, en cambio, imaginar una mejor opción para este texto.
Marina Marcolin es una artista con un estilo basado en gran parte en la elección de una técnica única no demasiado usada en la ilustración actual: la acuarela. En sus obras la técnica es el estilo, en cierto modo, como ya comenté hace unos meses al reseñar otro magnífico libro magníficamente ilustrado por ella, Poesie della notte, del giorno, di ogni cosa intorno. Nada mejor que sus acuarelas, con su delicada acuosidad, sus difuminados, sus colores poco saturados, para replicar en imágenes esa Irlanda arquetípica de la que ya hemos hablado antes, húmeda y brumosa, que además es la que parece dibujar Yeats en sus versos.
Pero para ilustrar el estilo no basta, porque la ilustración, que no es sino otra manera de ofrecer una interpretación de un texto (como la misma crítica literaria), implica una continua toma de decisiones, que con textos no destinados para formar parte de una obra ilustrada comienza ya con la propia estructuración, porque es necesario, en primer lugar, secuenciarlo, y, en segundo lugar, elegir una imagen que acompañe a los versos, que es un proceso más complicado de lo que parece, sobre todo en el caso de la poesía, ya que normalmente la capacidad de sugerencia deja versos abiertos en su interpretación que deben ser rellenados de una determinada manera. Así, si traducir es en cierto modo traicionar, porque hay que elegir una de las posibles opciones para cerrar el texto en otro idioma, ilustrar también lo es, porque ofrecer al lector una imagen al lado del texto cierra el proceso interpretativo.   
En el caso de este poema, no debe de haber sido muy difícil secuenciarlo porque él mismo está ordenado, por su narratividad, en secuencias bastante aislables y reconocibles; pero se nota que la ilustradora – o quienquiera que se haya encargado de hacer la secuenciación – ha interiorizado bien el texto, porque la secuenciación no obedece a una distribución regular de los versos, es decir, no se cortan los versos de dos o en dos, o de tres en tres, sino en función de la progresión narrativa del propio poema; de ahí que haya a veces secuencias de uno, dos, tres y cuatro versos. Sí que debe de haber sido más difícil en cambio encontrar las imágenes que deben ilustrar cada secuencia, porque además una poesía tan engañosamente transparente como la de Yeats corre el peligro al ser ilustrada de caer en la redundancia, es decir, puede hacer que el lector se pregunte: ¿y para qué la ilustración?
En el caso de las ilustraciones de Marina Marcolin, estas fluctúan entre lo ambiental, lo metafórico y lo literal. Es importantísimo, por ejemplo, el papel que el paisaje desempeña en estas ilustraciones, que tienen de esta manera una función claramente ambiental que conecta con el imaginario irlandés, y que queda de relieve desde los páramos que podemos ver en las guardas, y las colinas verdes, con cielo nuboso y húmedo, que precede a la portada, y que luego tendrá continuidad más adelante.
Luego hay también soluciones metafóricas que añaden un toque personal al texto. Por ejemplo, en la primera secuencia (I went out to the hazel Wood / Because a fire was in my head), donde vemos una silueta masculina difuminada y empequeñecida caminando sobre la rama de un árbol que se va perdiendo y difuminando también a lo largo de la página.
 El ejemplo más claro es la tercera secuencia, donde se narra cómo Aengus pesca una trucha plateada (And when white moths are on the wing/ And moth-like stars were flickering out / I dropped the berry in the stream / And caught a little silver trout), y vemos cómo esa misma silueta masculina, con los pies metidos en el agua y pescando con una rama de avellano, con un hilo que llega hasta las estrellas y que pesca una estrella del cielo estrellado que se ve en la parte izquierda de la doble página. De esta manera, se da una interpretación – parcial, por supuesto, pero también personal – concreta de esa parte mágica del poema, en el que la trucha plateada se convierte, como se ve después, en una joven luminosa con flores de manzano en la cabeza. La representación de esta joven, clave para el poema, está caracterizada por una acertada evanescencia que se consigue muy bien con la acuarela, como también el momento en que desaparece, en la siguiente secuencia, de una gran belleza.
La última parte del poema, ya donde entra en escena la melancolía, el poema se parte en secuencias más cortas. En la primera vemos esa misma silueta difuminada y perdida en medio del paisaje pero con un cayado y encorvada (Though I am old with wandering), y, en medio de dos secuencias donde el paisaje vuelve a ser protagonista (Through hollow lands and hilly hands / And walk among long dappled grass), la ilustradora nos ofrece otra interpretación más personal del texto en dos versos importantes (I will find out where she has gone / And kiss her lips and take her hands), donde, en medio de un cielo donde vuela una bandada de pájaros, podemos ver en primer plano dos manos por la derecha encontrándose otra por la izquierda, todas ellas difuminadas también, haciendo hincapié, pues, en la propia irrealidad del verso, que no expresa una realidad sino un deseo.
Finalmente, la última secuencia (And pluck till time and times are done / The silver apples of the moon / The golden apples of the sun) es todo un desafío para la ilustración, por su poder metafórico y evocativo. Marcolin lo resuelve de una manera intermedia. Nos ofrece una doble página dividida claramente dos partes: la de la izquierda representa un noche con luna casi llena, y es azul,oscura y plateada; la de la derecha tiene un fondo blanco y dorado. En medio, con la mitad en cada una de las páginas, la copa de un manzano: la mitad izquierda es oscura y plateada, como ese lado, y la de la derecha es clara y dorada, como el otro lado. Y, para remitir de manera coherente a la primera secuencia, de la copa del árbol sale un rama que se va difuminando y sobre la cual vemos la misma secuencia masculina que hemos conocido a lo largo del poema, pero ahora cogido de la mano a una silueta femenina de perfil. Así, Marcolin nos ofrece una interpretación que cierra el poema, en sí mucho más ambiguo respecto al final, antes de que las guardas nos lleven otra vez a los páramos.
De esta manera, Marina Marcolin consigue algo muy difícil: ponerse al servicio de los versos de Yeats ante todo, pero además ofrecer una interpretación personal; no traicionar el espíritu de los versos, pero llevarlos a su terreno. Un bravo, pues, para ella, y para el editor que tuvo la idea de encargarle la tarea de ilustrar The Song of Wandering Aengus, pues el resultado es una joya que esperamos ver pronto en castellano.


   *El poema se puede leer en castellano en varias webs a las que remite google; sin embargo, en todas ellas, y no se sabe bien por qué razón, se traduce “silver trout” como “trucha dorada”.
          


domingo, 25 de enero de 2015

El clásico de la semana es...

  
    
    A Child's Garden of Verses, el único libro de poemas para niños que escribió Rober Louis Stevenson, inspirado en su propia infancia y dedicado a su niñera, Alison Cunningham. Refleja con cierta ternura las costumbres e intereses de un niño de su época, pero también con mucho humor, como podemos ver en este breve poema: 

Whole Duty of Children 

A child should always say what's true,
And speak when he is spoken to, 
And behave mannerly at table: 
At least as far as he is able. 


   Entre los poemas, quizás uno de los más conocidos sea My Shadow, que reproduzco a continuación en inglés y que se puede leer en español aquí


My Shadow

I have a little shadow that goes in and out with me,
And what can be the use of him is more than I can see.
He is very, very like me from the heels up to the head;
And I see him jump before me, when I jump into my bed.
The funniest thing about him is the way he likes to grow–
Not at all like proper children, which is always very slow;
For he sometimes shoots up taller like an india-rubber ball,
And he sometimes goes so little that there’s none of him at all.
He hasn’t got a notion of how children ought to play,
And can only make a fool of me in every sort of way.
He stays so close behind me, he’s a coward you can see;
I’d think shame to stick to nursie as that shadow sticks to me!
One morning, very early, before the sun was up,
I rose and found the shining dew on every buttercup;
But my lazy little shadow, like an arrant sleepy-head,
Had stayed at home behind me and was fast asleep in bed.


   En español, existen dos ediciones en circulación: Jardín de versos para niños, en Hiperión, y Jardín de versos de un niño, en Almadraba.








































































































viernes, 23 de enero de 2015

Los peques

    No entiendo por qué es intrínsecamente malo que una película esté dirigida a "los peques". Hay muchas obras sublimes dirigidas a "los peques"  y no por ello son peores, así que creo que en este caso su propia terminología delata al crítico, porque hablar de "los peques", aunque pueda sonar tremendamente guay y con cierto tono de colegueo buenrollista, no hace sino ningunear y restar importancia a ese sector del público que también se merece obras de arte de calidad y que normalmente sabe apreciarlas, y al que sin duda hay que educar en el gusto, pues nadie nace aprendido. 

miércoles, 21 de enero de 2015

El mexicano Ramón Iván Suárez Caamal, ganador del XII Premio Luna de Aire

    
  El mexicano Ramón Iván Suárez Caamal, con su obra Pregúntale al sol y te dirá la luna, ha sido galardonado con el premio de poesía infantil Luna de Aire en su XII edición, convocado por el Centro de Estudios de Promoción de Lectura y Literatura Infantil (CEPLI). El jurado, presidido por la vicerrectora de Cultura y Extensión Universitaria, María Ángeles Zurilla, ha señalado que el libro de Ramón Iván Suárez Caamal (presentado bajo el pseudónimo Antón Pirulero), autor del poemario, destaca por su alto nivel, no solo como poemario de literatura infantil, sino como obra de una poesía elaborada y cuidada. Asimismo, este jurado - del que han formado parte Carlos Julián Martínez (gerente del Campus de Cuenca); María Jesús Gil (editora y coordinadora de la Fundación SM); Pedro Cerrillo (catedrático de Didáctica de la Literatura de la UCLM); José Ángel García (escritor y director de la RACAL); Carmen Utanda (profesora de Lengua); Ángel Luis Luján (profesor de Literatura) y José Antonio Perona (técnico de Publicaciones de la UCLM y secretario del certamen) -  ha señalado que esta obra cumple con las constantes generales de la poesía infantil. Poemas no demasiado largos compuestos por versos breves; rimas reguladas y un ritmo y una estructura que le dan mucho carácter.
   A esta XII edición se han presentado 145 libros procedentes de diversas provincias españolas y de países latinoamericanos como Argentina, México, Cuba, República Dominicana, Costa Rica, Brasil, Perú, Uruguay, Venezuela o Chile, además de otros enviados desde Israel, Alemania o Estados Unidos, de los que, tras el trabajo realizado por los comité de lectura, solo siete poemarios pasaron a la final.
   Ramón Iván Suárez Caamal cuenta con una dilatada y reconocida trayectoria poética. Ha sido galardonado en diferentes certámenes, como el Premio Nacional de poesía "Jaime Sabines", en México, o el IV Premio Internacional de poesía para niños "Ciudad de Orihuela" por su obra Letras para armar tu canto.
   En esta edición, la ilustración correrá a cargo de Manu Sánchez, ilustrador licenciado en Bellas Artes y alumno egresado del Máster en Bellas Artes.

lunes, 19 de enero de 2015

El álbum ilustrado como agente de educación artístico-literaria y de género. El caso de "Mamá" de Mariana Ruiz Johnson

 
    Acaba de aparacer en la revista Dossiers feministas un artículo mío sobre el álbum Mamá, de Mariana Ruiz Johnson, titulado "El álbum ilustrado como agente de educación artístico-literaria y de género. El caso de Mamá de Mariana Ruiz Johnson", y que recoge una ponencia presentada el mes de abril pasada en el Congreso "Arte, Educación y Género" de la Universidad Jaume I de Castellón. Se puede leer y descargar aquí.

viernes, 16 de enero de 2015

El clásico de la semana es...

     
     Antes de saber siquiera lo que era la poesía, y mucho menos que había algo llamado poesía infantil que algunos escritores escribían pensando en los pequeños lectores, los niños españoles nacidos más o menos en la década de 1970 nos familiarizábamos sin darnos cuenta con ese género a través de una cantante muy popular entonces y hoy en día retirada de esos menesteres que la hicieron tan famosa (y dedicada a otros nada populares, por cierto). Rosa León se encargaba entonces de difundir con su voz y su guitarra canciones tradicionales infantiles o de escritoros como José Agustín Goytisolo o María Elena Walsh, autora por cierto de la conocidísima Canción de la vacuna, cuyo estribillo creo que podemos cantar todos los que fuimos a EGB. Visto hoy en día, el estilo interpretativo de Rosa León tiene quizás un punto un poco naíf que puede repeler y atraer a partes iguales, pero no se puede negar su labor difusora de la poesía infantil y su exquisito gusto al elegir  joyas tan delicadas como esta Canción de bañar la luna, también de María Elena Walsh. Y, sobre todo, a Rosa León hay que reconocerle su indudable condición de icono del imaginario infantil de aquellos años, algo que, guste o no guste, consiguen muy pocas personas.

Entrevista con Ana Garralón en el blog "Garabatos y Ringorrangos"

  En el estupendo blog de Germán Machado, Garabatos y Ringorrangos, acaba de publicarse una entrevista de respuestas largas y reflexivas (como debe de ser) con Ana Garralón, que merece la pena leer... y en la que, afortunadamente, se no olvida además la poesía infantil.

Una literatura desclasada (reflexiones canónicas para el año nuevo)

  
     La literatura infantil es una de tantas otredades que habitan en los márgenes del canon literario. Es ya una metáfora gastada, además de un chiste un poco facilón, afirmar que se trata de la Cenicienta de la literatura, pero no por obvia dicha metáfora deja de ser exacta y resultona. Sin embargo, esta indudable condición de cenicienta del polisistema literario (por ponernos un poco finos y teóricos) no es igual en todos los países y en todas las tradiciones literarias. Aún recuerdo con verdadera sopresa la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, durante la cual se dio protagonismo a la literatura infantil por tratarse de una de las aportaciones culturales más importantes de la cultura británica al mundo en general. Y no lo es porque los británicos no tengan un patrimonio literario pobre que tengan que compensar con la literatura infantil. Antes al contrario: su patrimonio literario es riquísimo, pero en literatura infantil pocas naciones les pueden disputar un hipotético primer puesto, porque de origen británico son muchos de las grandes obras de literatura infantil y, lo que es más importante aún, una serie de personajes que se han consolidado en nuestro imaginario colectivo, como Alicia, Peter Pan o Mary Poppins y, en épocas más recientes, Harry Potter. Otros países no concentran tanto patrimonio literario imaginario, pero al menos cuentan con una o dos obras literarias que son clásicos universales de la LIJ y que también se han cristalizado con fuerza en el imaginario colectivo internacional: es el caso de Estados Unidos, donde encontramos también grandes obras como El mago de Oz o Donde viven los monstruos; Francia, que cuenta con El Principito; Italia, que tiene a Pinocho; incluso Alemania, que cuenta con un clásico moderno de la categoría de Michael Ende, cuando, en lengua alemana (aunque de autora suiza), de añejos clásicos como Heidi.
  ¿Qué pasa con la literatura española? Pues que no tenemos ninguna obra literaria infanti o juvenil que se pueda comparar a los clásicos ingleses, estadounidenses, franceses, italianos o alemanes. Por no tener, ni siquiera tenemos esa obra infantil de carácter nacional que todos los niños conocen y han leído en el colegio, como pasa por ejemplo en Estados Unidos con los libros de Doctor Seuss. Así las cosas, sin clásicos a la vista (quizás dentro de poco lo sea - o quizás ya lo es - Manolito Gafotas, pero en este caso hemos topado con otro gran problema: el humor tampoco se considera bastante serio para entrar en el canon), la literatura infantil siempre está bajo sospecha, siempre está atrapada en su condición de arte menor (en el sentido peyorativo) y de manifestación de la cultura popular, lo cual, en un país donde los llamados estudios culturales siguen estando bajo sospecha y donde la academia aún se muestra reticente a la investigación sobre manifestaciones como el cómic, la televisión o el cine, es un gran problema.
  Y si la literatura infantil española carece de clásicos de relumbrón y por lo tanto se ve con cierta condescendencia, ¿qué se puede decir de la poesía infantil, que además es un género siempre bajo sospecha, pues son muchos los que sostienen que poesía e infantil son dos términos absolutamente irreconciliables? 

sábado, 10 de enero de 2015

Discrimación y prosmicuidad textual (reflexiones genéricas - de otro tipo - para seguir con el año)

   

   Es curioso comprobar cómo la ya consolidada denominación LIJ ha anulado las categorías genéricas tradicionales. Buena muestra de ello es la lista de los mejores libros infantiles y juveniles publicada hace pocas semanas en Babelia, en la que se hacía solo distinción por edades  y no por géneros, lo cual demuestra una vez más que en la LIJ el criterio de edad ha sustituido al  de género, cuando no se mezclan ambos de manera un tanto caprichosa y nada coherente: por ejemplo, se habla de álbum como categoría equivalente de primeros lectores, cuando un álbum no tiene por qué ser necesariamente para primeros lectores; y se incluye en esa categoría libros que no lo son propiamente, como, por ejemplo, los poemas de Lorca publicados por Kalandraka, aunque estén ilustrados, olvidando que un libro ilustrado no es lo mismo que un libro-álbum. De antiguos polvos vienen nuevos lodos, y es esta una de las facetas en las que se sigue notando la tremenda influencia de la pedagogía en la literatura infantil y juvenil, pues parece imperar el criterio de idoneidad más que el de calidad, cuando no directamente se eligen libros en función de su potencial utilidad didáctica. Este cajón de satre genérico (en el sentido literario, por supuesto, y no sexual o social: es decir, de genre y no de gender, que en inglés sí existe diferencia entre dos términos que en español son homónimos) perjudica claramente a la poesía por encima de otros géneros, dado que en el mundo en que vivimos el género más leído sin lugar a dudas es la narrativa, un hecho que se agudiza en la literatura infantil en la medida en que la narrativa ha contaminado de forma irreversible los otros géneros, de manera que, como ya hemos dicho alguna vez, la poesía y el teatro son muy narrativos, y también el género argumentativo o informativo (como los llama Ana Garralón), hasta el punto de que se considera adecuado explicar ciertos conceptos, ideas o situaciones a través de una historia, creando así libros que no son propiamente relatos sino más bien desarrollos narrativos programáticos de ideas que de otra manera (y para adultos) se habrían explicado a través de un ensayo.
    Esta promiscuidad genérica en las listas de lo mejor del año perjudica una vez más a la poesía, al teatro y, como denuncia Ana Garralón en su perfil de facebook, a los libros informativos, que desaparecen engullidos por el imperio de la novela infantil y juvenil. En cuanto a la poesía, de los libros elegidos por los críticos en Babelia, solo dos son de poesía, lo cual no está nada mal (muchas veces no hay ninguno), pero se trata de dos libros peculiares por razones diversas. Ambos se deben a dos poetas clásicos del siglo XX cuya fama debe tanto a su obra como al mito trágico tejido en torno a su vida, aunque este no debe ensombrecer la calidad de sus versos: Ferderico García Lorca y Sylvia Plath.  
   El de Lorca es es un bellísimo libro o álbum-poemario publicado por Kalandraka e ilustrado magníficamente por Gabriel Pacheco que ya nombramos clásico de la semana hace unos meses en este blog, pero cuya acertada selección y cuidadísima factura no esconde el hecho de que haya sido elegido más por las ilustraciones (que sí son novedad) que por el texto (que no lo es), y que, por lo tanto, su inclusión como obra poética sea cuando menos discutible. Es decir, no se juzga la calidad de un texto literario nuevo en el mercado, sino más bien su reedición con un formato distinto. Y, en todo caso, ¿quién puede competir con Lorca? 
   El caso de Plah es similar en la medida en que su delicioso y ligero poemario (sí, Plath también podía ser ligera y escribir con humor) El libro de las camas ya había sido publicado anteriormente en España en ediciones ahora descatalogadas pero aún encontrables en muchas bibliotecas públicas. Un libro en el que un clásico literario se une a un clásico de la ilustración, pues los poemas están ilustrados nada más y nada menos que por Quentin Blake, que da con su estilo particular un tono desenfadado y humorístico a los versos que se aviene muy bien con estos. 
   Se trata por tanto de dos joyas literarias, pero el hecho de que sen las únicas obras de poesía infantil incluidas en la lista de Babelia nos hace pensar si es que los encargados de hacer la selección no consideraron dignas de selección obras escritas por autores de hoy, si la calidad de Lorca y Plath y sus ilustradores es tan indiscutible que batían sin discusión a cualquier rival o si simplemente no conocían demasiadas obras de poesía infantil actual, cosa que nos parece dudosa. 
   La conclusión de todo esto es clara: si en este tipo de listas la poesía infantil compite en inferioridad de condiciones (entre otras cosas, porque la producción es menor) con la omnipotente y omnipresente narrativa, y las dos obras de poesía seleccionadas no son de nueva creación textual, tal vez no solo habría que hacer distinciones genéricas para elegir los mejores libros del año, sino también incluir un apartado especial para las reediciones con nuevas ilustraciones, o, como en los premios Tony de teatro, distinguir entre las reposiciones o las obras de nuevo cuño. Quizás así la nueva poesía publicada en español o en las lenguas peninsulares - que la hay, y es buena - competiría en igualdad de condiciones con los demás, y saldría un poco de su (para el gran público) remota y escondida madriguera.

martes, 6 de enero de 2015

El clásico de la semana es...




     Como no podía ser de otra manera en una fecha como hoy, con gran protagonismo infantil, el clásico de la semana se centra en los Reyes Magos, pero no es uno sino tres: otros tantos poemas de Lope de Vega, Rubén Darío y Gloria Fuertes, cada uno distinto, cada uno representativo del estilo personal de cada uno de sus autores. Y, aunque no es poesía, me gustaría recomendar uno de los cuentos de tema navideño más bellos jamás escritos, El regalo de los Reyes Magos (The Gift of the Magi), de O. Henry, que se puede leer en español aquí y en inglés aquí.  


Reyes que venís por ellas,
no busquéis estrellas ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Reyes que venís de Oriente
al Oriente del sol solo,
que más hermoso que Apolo,
sale del alba excelente.

Mirando sus luces bellas,
no sigáis la vuestra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

No busquéis la estrella ahora,
que su luz ha oscurecido
este sol recién nacido,
en esta Virgen Aurora.

Ya no hallaréis luz en ellas,
el niño os alumbra ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

Aunque eclipsarse pretende,
no reparéis en su llanto,
porque nunca llueve tanto
como cuando el sol se enciende.

Aquellas lágrimas bellas,
la estrella oscurece ya,
porque donde el sol está
no tienen luz las estrellas.

(Lope de Vega, La llegada de los Reyes Magos)

-Yo soy Gaspar. Aquí traigo el incienso.
Vengo a decir: La vida es pura y bella.
Existe Dios. El amor es inmenso.
¡Todo lo sé por la divina Estrella!

-Yo soy Melchor. Mi mirra aroma todo.
Existe Dios. Él es la luz del día.
La blanca flor tiene sus pies en lodo.
¡Y en el placer hay la melancolía!

-Soy Baltasar. Traigo el oro. Aseguro
que existe Dios. Él es el grande y fuerte.
Todo lo sé por el lucero puro
que brilla en la diadema de la Muerte.

-Gaspar, Melchor y Baltasar, callaos.
Triunfa el amor y a su fiesta os convida.
¡Cristo resurge, hace la luz del caos
y tiene la corona de la Vida!

(Rubén Darío, Los tres Reyes Magos).

El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
 
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».
—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
—Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.
El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.
Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.
A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!
Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino;
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.
Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.
A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.
Mientras el camello echado
le hace cosquillas al Niño.

(Gloria Fuertes, El camello cojito: Auto de los Reyes Magos).






domingo, 4 de enero de 2015

El clásico de la semana es...

    
    Paisaje, un poema de Lorca presente en casi todas las antologías de poesía para niños en español, y que resulta muy adecuado para estas tardes en que por fin hemos podido ver cómo llegaba el invierno.

La tarde equivocada
se vistió de frío.
Detrás de los cristales
turbios, todos los niños
ven convertirse en pájaros
un árbol amarillo.
La tarde está tendida
a lo largo del río,
y un rubor de manzana
tiembla en los tejadillos.


viernes, 2 de enero de 2015

Lo menor de lo menor (reflexiones genéricas para comenzar el año nuevo)

  En uno de los últimos números de Babelia, el crítico Manuel Rodríguez Rivero reflexionaba en su Sillón de orejas sobre el desigual reparto por sexos en las obras elegidas por los críticos de esa misma publicación como las mejores del año, muy decantadas a favor de los escritores y en general con muy escasa presencia femenina. Una reflexión que es habitual y cuyas causas siguen sin tener una respuesta clara. 
  A raíz de este artículo y del repaso que he realizado de mis reseñas en el blog durante todo este año para elegir a los 4 de 2014, he clasificado las obras reseñadas aquí por el sexo de su autor, y he aquí una sorpresa que quizás no lo es tanto: de las veinte obras reseñadas, catorce han sido escritas o antologadas por mujeres; de las cuatro obras seleccionadas como las mejores o más significativas de 2014, tres han sido escritas o elaboradas por mujeres (la de Mar Benegas es una antología, pero la responsabilidad es suya), y, si contamos los dos accésits, la mayoría femenina sigue siendo aplastante y abrumadora (dicho sea con dos tópicos nada poéticos). 
  Una distribución como esta invita por supuesto a la reflexión de la misma manera que el resultado de las votaciones de Babelia animaron al crítico Rodíguez Rivero a dedicar a este asunto de la paridad su columna semanal, sobre todo porque yo nunca he tenido en cuenta ese criterio para seleccionar las obras que reseño en este blog, y por lo tanto el resultado puese ser considerado fruto del azar o de la conjunción de una serie de factores diversos, como la publicación de novedades, la concesión de premios, los envíos de editoriales, mi propio olftato y mi curiosidad, así como mi gusto personal. Pero tal mayoría femenina creo que no debe ser fruto de la casualidad, sino que debe de reflejar alguna tendencia dominante dentro de la poesía infantil española (y no solo española) de estos años: me parece  que la poesía infantil es en general una actividad mayoritariamente femenina, en la que publican más mujeres y destacan más mujeres, como se deduce, por ejemplo, de los últimos premios concedidos en nuestro país. Solo así se explica que en mi selección completamente aleatoria de este año destaquen tanto las mujeres.
   Esta preponderancia es sin duda, como tantas otras cosas en la vida y en la vida literaria, una cuestión de género y no de sexo, es decir, de todas aquelas características culturales (y no naturales) ligadas por convención y repetición (y performatividad, que diría Judith Butler) a cada uno de los sexos. Escribir para niños ha sido considerado propio de mujeres (y con ese propio quiero indicar dos cosas: por un lado, que se consideraba adecuado, y, por otra, que se veía natural), quizás porque se veía como una prolongación natural de su propia función de cuidadoras, y porque siendo como era y como es aún la LIJ un género considerado menor, para la hegemonía masculina, para los grandes autores que se dedicaban a la gran literatura destinada a los lectores grandes y por tanto a los grandes lectores, el triunfo de una escritora en el terreno de una literatura menor destinada a lectores menores no suponía competencia alguna. De ahí que haya ejemplos claros de mujeres que triunfaron en la LIJ cuando no las había en los géneros mayores. Lo mismo pasa con el triunfo de las mujeres en subgéneros considerados de segunda categoría, como la novela negra o la literatura romántica: a las mujeres, al fin y al cabo, se les ha dejado tradicionalmente acceder a la literatura vista como menor, a la subliteratura, y la LIJ es aún considerada una parte de ella. 
  La conclusión, pues, es bastante clara: la LIJ ya es una especie de arrabal pintoresco de la LITERATURA con mayúsculas (de ahí que todo el mundo te diga algo así como "qué bonito" cuando dices que enseñas y escribes literatura para niños, sin pensar que esta no debe ser bonita sino buena, porque es la base formativa de futuros buenos lectores, cosa paradójica, porque luego quienes se quejan de que los alumnos llegan muy mal formados como lectores a la enseñanza media y superior son los que más desprecian la LIJ desde sus atalayas docentes de institutos y universidades), y por lo tanto no importa que las mujeres monopolicen el pastel porque al fin y al cabo en la LITERATURA esa parcela no importa demasiado ni cuenta para el CANON; pero la poesía infantil es el arrabal pintoresco de la LIJ, un terreno silenciado doblemente: porque la poesía ya es en sí mismo un género menor en cuanto a difusión y popularidad, y porque la LIJ también lo es. La poesía infantil es por tanto el género menor al cuadrado, lo menor de lo menor, y por eso no importa demasiado que las mujeres sean las que cuiden de él, como hacen lo mismo con los niños en edades tempranas, ya que sigue habiendo más maestras que maestros: las cosas importantes se dejan para ellos. Pero se olvida al final algo muy importante: los buenos lectores no se forman leyendo el Quijote o los cantos de Ezra Pound en las aulas de infantil, sino dando a esos lectores textos literarios adecuados para su edad sin rebajar por ello el nivel de ambición y pretensión literaria. Hasta que no nos tomemos en serio y valoremos la importancia formativa de esos años, no habrá buenos lectores ni personas realmente formadas. Ya no es, pues, una cuestión de poesía: es una cuestión de formación integral y perspectiva de futuro. Y en ello, la poesía, como la literatura, tiene una función, desde luego.