lunes, 13 de junio de 2016

Trece / Thirteen


Baldallo, Luna (texto), Baldallo, Ana (ilustraciones) y Schimel, Lawrence (traducción), Trece / Thirteen, Sevilla, Ediciones en Huida, 2015


Este libro refleja en sí mismo varias de las tendencias actuales de la poesía infantil  en español. Por un lado, ha sido publicado por una  editorial pequeña, que decide arriesgarse al editar un libro de poesía infantil. Esto es cada vez más habitual en el panorama literario de nuestro país, pues muchas de los poemarios más interesantes se están publicando en sellos pequeños y muchas veces son el resultado de la perseverancia de una persona o un grupo de personas que luchan por sacar a la luz un proyecto en el que creen, en no pocas ocasiones a través incluso del micro-mecenazgo. Por otro lado, se trata de un libro bilingüe, que se ha publicado directamente en inglés y en español.  Ambas versiones conviven en las mismas páginas, una solución que cada vez más frecuente en España, donde parece existir cierta obsesión por el bilingüismo en los ámbitos educativos. El resultado de dicha decisión podría ser discutible a no ser porque en este caso se ha optado por dejar la traducción en las mejores manos: las de un escritor norteamericano bilingüe y residente en España, Lawrence Schimel, que ha publicado libros tanto en español como en inglés y que además es autor de un buen número de obras para niños. No se me ocurre una mejor opción para una tarea tan delicada como traducir poesía infantil, en la que es tan importante el ritmo y la sonoridad, y desde luego el resultado, al que luego haremos referencia, es óptimo.
Así, pues, este Trece/Thirteen es un trabajo a seis manos, pues al tándem de las Baldallo (Luna en el texto, Ana en la ilustración), que ya dieron el do de pecho con un libro tan valioso y bien editado como Concierto para Rigoberto, ya reseñado aquí y buen ejemplo de proyecto perseguido por sus autoras, se une en este caso Schimel para ofrecernos un poemario para niños ilustrado y en doble versión español-inglés. Ahí es nada. Cualquier reseña sobre este debe, pues, hacer referencia a estas tres calas, pues las tres se imbrican para hacer de este libro lo que es.
Empecemos, pues, por el texto. Como muchos otros libros de poesía para niños, Trece tiene une trama narrativa que une las distintas composiciones y que crea un hilo conductor claro, menos evidente que el de un relato puro y duro, y más fragmentario, pero perfectamente reconocible para los lectores. En este caso, la historia narra la relación entre una voz poética claramente infantil (a la que las ilustraciones identifican como una niña pelirroja) y una gata negra que se llama, precisamente, Trece. Dicha relación entre esta niña atónita, que en los distintos momentos del libro refleja a la perfección el estupor que produce la convivencia con los gatos (“Así es doña Trece, / mi gata sigilosa, / paseando su negrura / como una diva ociosa”), se desarrolla durante doce poemas, y no trece. No son trece porque la última palabra del duodécimo, y por lo tanto de todo el poemario, es “Trece”, que aparece además en una tipografía más grande que el resto del texto. Esto demuestra un extremo cuidado en la estructura del texto, que además queda de manifiesto en la manera en que Luna Baldallo, que parece ser consciente del peligro de caer en la monotonía un libro como este, ha decidido variar tanto los tonos como los metros y la tipografía del poemario, aunque predomine el arte menor, así como la extensión de las diversas secciones. 
Para las ilustraciones parecen haberse tomado las mismas decisiones; nada raro, pues este es un libro concebido realmente a cuatro manos, por lo que se ve muy bien la confluencia entre el texto y las imágenes. Un poemario con un tema claro como este, con el protagonismo del gato y la niña, corre también el riesgo de caer en la monotonía en las imágenes, que Ana Baldallo evita sobre todo variando las composiciones y las soluciones adoptadas. Hay, sobre todo, un acierto general en las ilustraciones, que consiste en plasmar a través de ellas el carácter escurridizo e imprevisible de los gatos, al que aluden igualmente los versos (“Si la llamo, no se mueve”; “Mala gata que se escurre”; “En las noches de luna / no veo a trece”). Por ello, son varias las ocasiones en que la gata Trece desaparece del plano. En la página 15, por ejemplo, solo vemos su cola, que ocupa casi toda la página, y que aparece convenientemente difuminada. Asimismo, tanto la cubierta como la portada nos muestran a Trece en primer plano rodeada de hojas, con los ojos claramente destacados, en un contexto natural que incide en el carácter semisalvaje de los gatos y su condición de felino. Al mismo tiempo, en algunas ocasiones se incluyen varios hallazgos visuales que bordean el poema visual, como, por ejemplo, el corazón traspasado por una espina de pescado o el platillo de comida lleno de corazones.
En cuanto a la versión en inglés, si traducir poesía infantil no es tarea fácil, aún no es menos hacerlo del inglés al español, pues se trata de dos lenguas de morfosintaxis y sonoridad muy distintas, lo cual es especialmente palpable en la lírica. En este sentido, la traducción no es, afortundamente, absolutamente fiel, porque  Schimel parece haber optado por mantener el ritmo y ser fiel al espíritu del texto en general. Para ello, en ocasiones el traductor debe renunciar a ciertos paralelismos del original (por ejemplo, “Si quiere dormirse, duerme. / Si quiere dormir, se duerme / para no jugar conmigo” se convierte en “If she wants to sleep, she sleeps. / Sometimes she falls asleep / so as top lay with me”), pero en general se las arreglar para mantener la rima (“Hay algo en esa rota / silla de hierro. / ¿Es Trece paseando / su pelo negro” en inglés pasa a ser “There’s something sitting / on that iron chair. / Is that Thirteen / with new black hair?”), aunque a veces se vea obligado a renunciar a ella en aras del ritmo. También hay soluciones acertadas que tienen que ver con la adaptación cultural, como, por ejemplo, “Caramelos, chocolates y turrón; / verduras no, fijo que hay un montón” se traduce como “Candy and chocolate and other sweet edibles; / they’re sure to have nothing but vegetable”.
Con todo, la traducción pasa con nota la prueba de la lectura en voz alta, y sin duda da a este poemario un público lector potencial más amplio, algo que, por el cuidado con el que ha sido concebido, merece. Como único pero podría aducirse que tal vez el libro habría salido ganando en un formato mayor, de gran álbum. Pero así funciona igualmente, y ya se sabe que los pequeños sellos editoriales no siempre pueden elegir los formatos en que publican sus obras. En cualquier caso, es de agradecer que hagan todo lo posible por hacer que libros que este lleguen a nuestras manos.

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