Baldallo, Luna (texto),
Baldallo, Ana (ilustraciones) y Schimel, Lawrence (traducción), Trece / Thirteen, Sevilla, Ediciones en
Huida, 2015
Este libro refleja
en sí mismo varias de las tendencias actuales de la poesía infantil en español. Por un lado, ha sido publicado por
una editorial pequeña, que decide
arriesgarse al editar un libro de poesía infantil. Esto es cada vez más
habitual en el panorama literario de nuestro país, pues muchas de los poemarios
más interesantes se están publicando en sellos pequeños y muchas veces son el
resultado de la perseverancia de una persona o un grupo de personas que luchan
por sacar a la luz un proyecto en el que creen, en no pocas ocasiones a través
incluso del micro-mecenazgo. Por otro lado, se trata de un libro bilingüe, que
se ha publicado directamente en inglés y en español. Ambas versiones conviven en las mismas
páginas, una solución que cada vez más frecuente en España, donde parece existir
cierta obsesión por el bilingüismo en los ámbitos educativos. El resultado de
dicha decisión podría ser discutible a no ser porque en este caso se ha optado
por dejar la traducción en las mejores manos: las de un escritor norteamericano
bilingüe y residente en España, Lawrence Schimel, que ha publicado libros tanto
en español como en inglés y que además es autor de un buen número de obras para
niños. No se me ocurre una mejor opción para una tarea tan delicada como traducir
poesía infantil, en la que es tan importante el ritmo y la sonoridad, y desde
luego el resultado, al que luego haremos referencia, es óptimo.
Así, pues,
este Trece/Thirteen es un trabajo a
seis manos, pues al tándem de las Baldallo (Luna en el texto, Ana en la
ilustración), que ya dieron el do de pecho con un libro tan valioso y bien
editado como Concierto para Rigoberto,
ya reseñado aquí y buen ejemplo de proyecto perseguido por sus autoras, se une
en este caso Schimel para ofrecernos un poemario para niños ilustrado y en
doble versión español-inglés. Ahí es nada. Cualquier reseña sobre este debe,
pues, hacer referencia a estas tres calas, pues las tres se imbrican para hacer
de este libro lo que es.
Empecemos,
pues, por el texto. Como muchos otros libros de poesía para niños, Trece tiene une trama narrativa que une
las distintas composiciones y que crea un hilo conductor claro, menos evidente
que el de un relato puro y duro, y más fragmentario, pero perfectamente
reconocible para los lectores. En este caso, la historia narra la relación
entre una voz poética claramente infantil (a la que las ilustraciones
identifican como una niña pelirroja) y una gata negra que se llama,
precisamente, Trece. Dicha relación entre esta niña atónita, que en los distintos
momentos del libro refleja a la perfección el estupor que produce la
convivencia con los gatos (“Así es doña Trece, / mi gata sigilosa, / paseando
su negrura / como una diva ociosa”), se desarrolla durante doce poemas, y no
trece. No son trece porque la última palabra del duodécimo, y por lo tanto de
todo el poemario, es “Trece”, que aparece además en una tipografía más grande
que el resto del texto. Esto demuestra un extremo cuidado en la estructura del
texto, que además queda de manifiesto en la manera en que Luna Baldallo, que
parece ser consciente del peligro de caer en la monotonía un libro como este, ha
decidido variar tanto los tonos como los metros y la tipografía del poemario,
aunque predomine el arte menor, así como la extensión de las diversas
secciones.
Para las
ilustraciones parecen haberse tomado las mismas decisiones; nada raro, pues este
es un libro concebido realmente a cuatro manos, por lo que se ve muy bien la
confluencia entre el texto y las imágenes. Un poemario con un tema claro como
este, con el protagonismo del gato y la niña, corre también el riesgo de caer
en la monotonía en las imágenes, que Ana Baldallo evita sobre todo variando las
composiciones y las soluciones adoptadas. Hay, sobre todo, un acierto general
en las ilustraciones, que consiste en plasmar a través de ellas el carácter
escurridizo e imprevisible de los gatos, al que aluden igualmente los versos
(“Si la llamo, no se mueve”; “Mala gata que se escurre”; “En las noches de luna
/ no veo a trece”). Por ello, son varias las ocasiones en que la gata Trece
desaparece del plano. En la página 15, por ejemplo, solo vemos su cola, que
ocupa casi toda la página, y que aparece convenientemente difuminada. Asimismo,
tanto la cubierta como la portada nos muestran a Trece en primer plano rodeada
de hojas, con los ojos claramente destacados, en un contexto natural que incide
en el carácter semisalvaje de los gatos y su condición de felino. Al mismo
tiempo, en algunas ocasiones se incluyen varios hallazgos visuales que bordean
el poema visual, como, por ejemplo, el corazón traspasado por una espina de
pescado o el platillo de comida lleno de corazones.
En cuanto a
la versión en inglés, si traducir poesía infantil no es tarea fácil, aún no es
menos hacerlo del inglés al español, pues se trata de dos lenguas de
morfosintaxis y sonoridad muy distintas, lo cual es especialmente palpable en
la lírica. En este sentido, la traducción no es, afortundamente, absolutamente
fiel, porque Schimel parece haber optado
por mantener el ritmo y ser fiel al espíritu del texto en general. Para ello, en
ocasiones el traductor debe renunciar a ciertos paralelismos del original (por
ejemplo, “Si quiere dormirse, duerme. / Si quiere dormir, se duerme / para no
jugar conmigo” se convierte en “If she
wants to sleep, she sleeps. / Sometimes she falls asleep / so as top lay with
me”), pero en general se las arreglar para mantener la rima (“Hay algo en
esa rota / silla de hierro. / ¿Es Trece paseando / su pelo negro” en inglés
pasa a ser “There’s something sitting /
on that iron chair. / Is that Thirteen / with new black hair?”), aunque a
veces se vea obligado a renunciar a ella en aras del ritmo. También hay
soluciones acertadas que tienen que ver con la adaptación cultural, como, por
ejemplo, “Caramelos, chocolates y turrón; / verduras no, fijo que hay un
montón” se traduce como “Candy and
chocolate and other sweet edibles; / they’re sure to have nothing but vegetable”.
Con todo, la
traducción pasa con nota la prueba de la lectura en voz alta, y sin duda da a
este poemario un público lector potencial más amplio, algo que, por el cuidado
con el que ha sido concebido, merece. Como único pero podría aducirse que tal
vez el libro habría salido ganando en un formato mayor, de gran álbum. Pero así
funciona igualmente, y ya se sabe que los pequeños sellos editoriales no
siempre pueden elegir los formatos en que publican sus obras. En cualquier
caso, es de agradecer que hagan todo lo posible por hacer que libros que este
lleguen a nuestras manos.
https://www.edicionesenhuida.es
http://somosabracadabra.com
https://www.facebook.com/lawrence.schimel