martes, 22 de octubre de 2013

Tonino


Salas, Miguel y Domeniconi, Paolo, Tonino, Pontevedra, OQO, 2013. 



Tiene este primer álbum de Miguel Salas algo de cuento clásico, de relato de aventuras a la vieja usanza, con navegación incluida, que las ilustraciones de Paolo Domeniconi no hacen sino acentuar. Protagoniza por un pingüino llamado Tonino cuya máxima aspiración es abandonar el polo y vivir en el desierto, en Tonino aparece muchos rasgos propios de la literatura infantil: el personaje principal es un animal infantilizado; el viaje articula la trama de principio a fin; la localización temporal es imprecisa, y hasta la espacial, aun concreta, tiene algo de arquetípico, etc. Pero, por encima de todo, está presente una dialéctica muy propia del propia del género y que refleja al fin y al cabo uno de los gran desafíos del crecimiento y la maduración: aquella que opone el deseo de pertenencia y de seguridad, representado por el hogar y la familia, con el de salir de casa, ver mundo y vivir libremente, pero asumiendo también las responsabilidades que ello conlleva. Una oposición que el crítico Perry Nodelman considera medular en la literatura infantil y que vertebra clásicos como El viento en los sauces o El mago de Oz, por ejemplo. En efecto, en el impulso de Tonino por ver mundo se esconde ese deseo de ir más allá de lo conocido, aunque al final vuelva reconciliado con ello.
Visto así, Tonino podría parecer un álbum más sin cabida en un blog como este consagrada a la poesía infantil. Sin embargo, Tonino no es solamente una historia narrada en verso sino también un verdadero libro de poesía escrito por un poeta de verdad que no en vano ya tiene en su haber premios como el Hiperión, amén de una interesante antología de poesía infantil popular titulada Mala baba.
Como corresponde a todo buen álbum ilustrado, Tonino está cuidadosamente secuenciado, de manera que las acciones que componen la historia se van sumando página a página. Además, en este caso cada secuencia está formada por cuatro versos que siempre responden al mismo patrón: tres endecasílabos y un heptasílabo, de los cuales riman el primero y el segundo y el tercero y el cuarto. Generalmente, los tres primeros hacen avanzar la historia, mientras el quebrado añade una apostilla a menudo irónica y humorística al desarrollo de la historia. De esta forma se compone también la cadencia que nos lleva del polo al desierto con Tonino, en un viaje que va haciendo equilibrios sobre las aguas de lo lírico, lo humorístico y lo coloquial, para iluminarnos con numerosos faros poéticos. Desde el feliz hallazgo de que Tonino quiera “ser un beduino”, usando un contraste conceptual que aprovecha la similitud fónica, hasta esa superposición casi surrealista del camello y el pingüino, pasando por imágenes tan evocadoras como “el camino  / congelado y azul del triste Polo” que, acto seguido, es compensada en el heptasílabo con una comparación humorística (“caerse como un bolo”).
Pero Tonino llaga a nosotros en forma de álbum y, como tal, las guardas tienen mucho que decir. En la primera hay un camello de juguete con una cuerda que desaparece hacia la derecha y nos invita a tirar de ella. En la última, después de la última secuencia, en la que Tonino se duerme mirando un canguro de juguete, vemos ese mismo canguro atado por una cuerda de la que tira, también a la derecha, el ala de un pequeño canguro. Deliciosamente elíptica, este cierre nos incita a seguir viajando e imaginando. ¿Saldrá de nuevo Tonino de casa hacia Australia, esta vez? Solo el autor y el ilustrador lo saben.  

http://www.oqo.es/editora/es/content/tonino 

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