sábado, 28 de noviembre de 2015
El clásico de la semana es...
En su ya clásico Por qué leer a los clásicos, Italo Calvino dijo que toda lectura de un clásico es en realidad una relectura, porque un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir. Sin duda alguna, Ítaca, de Konstantin Kavafis, es un clásico en el sentido calviniano del término, pues no importa cuántas veces lo hayamos leído: cada relectura da la sensación de ser una primera lectura. Además, sus propios versos nos dan la mejor de las instrucciones para leer a los clásicos: Mas no apresures el viaje. / Mejor que se extienda largos años...
Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A lestrigones ni a cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes,
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.
Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañara Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya que significan las Itacas.
(traducción de José María Valverde, Madrid, Hiperión, 1976, p. 46).
sábado, 21 de noviembre de 2015
El clásico de la semana...
En el segundo volumen de la Antología de la literatura infantil española, de Carmen Bravo-Villasante, he encontrado este delicioso poema de la escritora Clemencia Laborda (1908-1980), una autora no demasiado conocida hoy en día pero que, cuando publicó su primer poemario en 1943, fue elogiada por Dámaso Alonso y Joaquín de Entrabasaguas. La propia Bravo-Villasante afirma de ella que "sus poesías parecen bordadas para párvulos que empiezan a leer y a escribir", algo que puede verse en este Bazar de juguetes, donde se combina cierta sensualidad con recursos típicos de la lírica para niños, como la enumeración y la referencia al imaginario propio de la infancia.
Bazar de juguetes
¡Ay, qué infantil este olor
a caballo de cartón,
y a "pepona"
relumbrona,
cabezona,
gordinflona
con las botas de tacón!
¡Ay qué infantil este olor
de la pelota de goma
y del muñeco llorón,
y qué lindo de colores
el Guiñol,
y la casa de muñecas
con balcón y mirador,
y la tienda,
con la trastienda
y el dueño en el mostrador,
y en el colegio la monja
enseñando la lección,
y la muñeca triste
con vestido rococó!
¡La mejor!,
porque tiene...
¡porque tiene
corazón!
Y en el cielo del bazar
toda una constelación,
la pelota y el balcón
y los globos de colores
como pompas de jabón.
viernes, 20 de noviembre de 2015
Abierto aún el plazo para "Luna de Aire"
Aún está abierto el plazo para presentar originales al Premio de Poesía Infantil "Luna de Aire", convocado por el CEPLI, y que este año cuenta con la novedad de que el manuscrito premiado será publicado en una nueva colección de SM que llevará el mismo nombre que el galardón. Hasta el 30 de noviembre se pueden presentar originales. Las bases pueden consultarse aquí.
De tú a tú
Como ya anunciamos en su día, la semana pasado se inauguró la cuarta edición del Máster "Lectura, libros y lectores infantiles y juveniles", de la Universidad de Zaragoza,con una conferencia a cargo de la editora y escritora Arianna Squilloni. Con tal motivo, ese mismo día se publicó en el Heraldo de Aragón una entrevista con su directora, Rosa Tabernero, que se puede leer aquí, y de la que me gustaría destacar solamente una frase, que, aunque se refiere al cuento porque al pregunta así lo pedía, se puede aplicar también a la poesía y a toda la literatura, infantil o no: "La clave de un cuento seductor, me parece, está en hablarle al lector de tú a tú, sin paternalismos, sin miedo a según qué temas, en la honestidad en la concepción del lector". Así es.
jueves, 12 de noviembre de 2015
El clásico de la semana es...
Para Belén, amante de los gatos
El poeta estadounidense, pero nacionalizado británico, T. S. Eliot (1888-1965) publicó en 1939 el libro de poemas para niños, inspirado por sus ahijados, Old Possum's Book of Practical Cats, una obra que es conocida también por haber sido la fuente de inspiración del musical Cats. Su edición más conocida, sin embargo, es la que se publicó en 1982 con ilustraciones del gran Edward Gorey, creando así una obra de arte de primer orden.
Es bien sabido que Eliot era un gran amante de los gatos; pero, si no lo supiéramos, tras leer este The Naming of Cats no nos quedaría ninguna duda. Porque cualquiera que haya tenido un gato o haya dedicado algo de tiempo a observar a estos felinos, sin duda se sentirá reconocido en los últimos versos. Y es que ya se sabe que los gatos se pasan buena parte del día pensando en ese nombre que solo él conoce: su inefable, profundo e inescrutable tercer nombre.
The Naming of Cats
The Naming of Cats is a difficult matter,
It isn’t just one of your holiday games;
You may think at first I’m as mad as a hatter
When I tell you, a cat must have THREE DIFFERENT NAMES.
First of all, there’s the name that the family use daily,
Such as Peter, Augustus, Alonzo or James,
Such as Victor or Jonathan, George or Bill Bailey —
All of them sensible everyday names.
There are fancier names if you think they sound sweeter,
Some for the gentlemen, some for the dames:
Such as Plato, Admetus, Electra, Demeter —
But all of them sensible everyday names.
But I tell you, a cat needs a name that’s particular,
A name that’s peculiar, and more dignified,
Else how can he keep up his tail perpendicular,
Or spread out his whiskers, or cherish his pride?
Of names of this kind, I can give you a quorum,
Such as Munkustrap, Quaxo, or Coricopat,
Such as Bombalurina, or else Jellylorum —
Names that never belong to more than one cat.
But above and beyond there’s still one name left over,
And that is the name that you never will guess;
The name that no human research can discover —
But THE CAT HIMSELF KNOWS, and will never confess.
When you notice a cat in profound meditation,
The reason, I tell you, is always the same:
His mind is engaged in a rapt contemplation
Of the thought, of the thought, of the thought of his name:
His ineffable effable
Effanineffable
Deep and inscrutable singular Name.
Se puede leer el poema traducido aquí.
Conferencia inaugural
Conferencia inaugural del Máster Propio en Lectura, libros y lectores infantiles y juveniles, promovido por el Departamento de Didáctica de las Lenguas y de las Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad de Zaragoza:
El sendero de papel.
Un viaje al misterio que se esconde tras las páginas de un libro
ARIANNA SQUILLONI
Editora de A buen paso
13 de noviembre a las 18:30
Sala Pilar Sinués del Edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
(Plaza Basilio Paraíso, 4, 50005 Zaragoza)
jueves, 5 de noviembre de 2015
Libro de las lunas
Jabato, María Jesús, Libro de las lunas / Moons’ Book (ilustraciones
de María Bravo; traducción de Pablo Quintana), Burgos, Caja de Burgos, 2015.
María Jesús
Jabato ganó hace dos años el Premio “Ciudad de Orihuela” de poesía para niños,
convocado por la editorial Kalandraka, un galardón que evoca desde su nombre la
figura de Miguel Hernández, tan ligado a la localidad alicantina, y que no en
vano se falla coincidiendo con el aniversario de su nacimiento y se entrega
cerca del de su muerte. Como natural prolongación de ese premio, e incluso como
agradecido homenaje a la sombra benefactora del poeta, la autora nos ofrece
ahora este bilingüe Libro de las lunas /
Moon’s Book, que desde el título evoca a Miguel Hernández y su Perito en Lunas. Por si quedara alguna
duda, la dedicatoria – “Miguel Hernández, perito en lunas, en la memoria” – lo
confirma. Además, el libro está dividido en cuatro partes que reflejan las
distintas fases de la luna y reflejan otros tantos momentos de la vida de Miguel Hernández, como queda claro en los propios
epígrafes.
Así, tanto el
que todo el poemario evoque a Miguel Hernández como la división en estas cuatro
partes, que suponen un amago de narración, entronca con un rasgo muy frecuente
en la poesía infantil actual en español.
Mientras que
los poemarios para adultos son conjuntos de poemas en los que se puede hallar
un nexo común pero sin que este sea evidente desde el principio, en los
infantiles suele claro hilo conductor que funciona como marco o metanarración.
En consonancia con ello, Libro de las
lunas puede leerse como una narración de la vida de un poeta, Miguel
Hernández, pero cuya acción no avanza tanto a golpe de anécdota, pues la
referencia a acontecimientos de la biografía del poeta no siempre es clara, como
de espíritu.
La primera
parte, “Luna Nueva: Miguel Hernández nació en Orihuela el 30 de octubre de
1910. De niño, fue pastor de cabra”, refleja la niñez como cabrero de Miguel
Hernández, y por eso la mayoría de los poemas están dedicados a las cabras o
tienen estas por protagonistas. En el primer poema, sin embargo, ya se adelanta
la faceta de poeta del niño Miguel, cuando, hablando de una cabrita rubia, dice
que “grita al viento / ento / ento, / que son carbón sus pezuñas / unas /
uñas”. Los demás tienen casi todos un tono más bien juguetón, con sinsentidos y
juegos de palabras, como en La boda,
o personificaciones, como en Copla de la
cabra ciega. Sin duda esta es la sección más lúdica de todo el poemario,
porque refleja precisamente la infancia del poeta. Solo al final, en el último
poema, da un paso hacia cierto lirismo (“Los cuernos de la cabra / son el
perchero / donde el sol del verano / cuelga el sombrero”) que será la tónica
general de la segunda sección, “Cuarto creciente: Mientras cuidaba el ganado,
Miguel Hernández leía y escribía poesía”, que refleja el momento de aprendizaje
poético de Miguel Hernández. Por eso, la mayor parte de las composiciones tiene
un componente metafórico y arroja una perspectiva distinta sobre la realidad:
es la mirada de un poeta, que sabe encontrar relaciones inesperadas entre las
cosas que lo rodean.
La tercera
sección, “Luna llena: En 1936 estalló la Guerra Civil. Miguel Hernández se fue
a la guerra, qué dolor, qué dolor, qué pena”, supone un punto de inflexión,
tanto en la vida del escritor de Orihuela como en el propio poemario. La
intención de la autora queda clara desde el primer y brevísimo poema, que
intenta plasmar la visión de la guerra desde una óptica infantil relacionada
con el juego (“Yo soy rojo. / Y yo azul. / Eres tonto. / Tonto tú. / No te
ajunto. / A mí qué . / Yo te mato. / Yo también”). Dicha visión es asimismo
palpable en otros poemas como Cómo se
hace una guerra, que usa el molde de la receta para describir los elementos
de una guerra y el absurdo de la misma, La
guerra imposible, que se construye sobre estructuras paralelísticas y usa
el sinsentido propio de la poesía popular para denunciar el sinsentido de la
guerra, Arirmética o Nana para dormir un soldado. Entre este
tono general, destaca por la potencia de sus imágenes, y por la sintética
ilustración que lo acompaña, un poema de título tan contundente como ¡Bang!
Por último,
la cuarta sección, “Cuarto menguante: En 1939 apresaron a Miguel Hernández.
Enfermó. Murió en la cárcel del Alicante el 28 de marzo de 1942”, es quizás la
más miscelánea de todas, y la menos clara en unidad. Junto a poemas en los que
se refleja la muerte del poeta (Como un pajarillo,
Eclipse de lune) y su posteridad, hay otros poemas en los que se vuelve a
usar el tono lúdico predominante (Matemática
de la luna, Poesía inacaba-, Nueva
poesía inacaba-) y, en fin, hay composiciones que parecen motivas por una
clara pretensión de expresar la idea de que, aunque un poeta muera, la poesía
es algo que continúa en los versos y la mirada de los que siguen vivos.
Para quien
esté familiarizado con la obra de María Jesús Jabato, este libro no le deparará
ninguna sorpresa. Está presente en él lo que podría llamar “marca de la casa”: hay recursos típicos de la
poesía popular combinados en algunos momentos con el uso de metáforas más
audaces que dan una mayor tersura a su estilo y que elevan considerablemente la
calidad del poema. No hay duda, pues, de que de María Jesús Jabato domina la
técnica poética de los versos de arte menor, de raigambre popular, con suma
maestría: es ahí donde radica su punto fuerte y donde el poemario cumple con
creces con lo que pretende. Además, la autora sabe diversificar sus recursos
dentro de esta línea general y crear así poemas con distintos moldes textuales
que evitan la sensación de reiteración. Sin embargo, creo que María Jesús
Jabato es también maestra en una parte tan importante de la poesía como es la
creación de metáforas y de imágenes, y tal vez se echa de menos que hubiera sacado más a relucir esa veta suya de
creadora de imágenes nata, porque sin duda este libro, y la misma advocación a
Miguel Hernández sobre la que se construye, así lo pedía. O, dicho de otra
manera, que este Libro de las lunas se
elevara un poco más a esos cielos líricos por los que a veces los versos sí se pasean.
lunes, 2 de noviembre de 2015
El clásico de la semana es...
En el Día de los Difuntos, el clásico de la semana no podía tener otro tema más que la muerte. La poesía universal está llena de bellísimas elegías y conmovedores lamentos, pero, en medio de tan abigarrada selva de lágrimas y plantos, quizás no venga mal echar mano de una visión un poco más irónica y distanciado, a la par que práctica, como la que nos propone Ángel González en esta Diatriba contra los muertos:
Los muertos son egoístas:
hacen llorar y no les importa,
se quedan quietos en los lugares más inconvenientes,
se resisten a andar, hay que llevarlos
a cuestas a la tumba
como si fuesen niños, qué pesados.
Inusitadamente rígidos, sus rostros
nos acusan de algo, o nos advierten;
son la mala conciencia, el mal ejemplo,
lo peor de nuestra vida son ellos siempre, siempre.
Lo malo que tienen los muertos
es que no hay forma de matarlos.
Su constante tarea destructiva
es por esa razón incalculable.
Insensibles, distantes, tercos, fríos,
con su insolencia y su silencio
no se dan cuenta de lo que deshacen.
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