Serdio, María Rosa
(texto) y Coll SanMartín, Teresa (ilustraciones), La boda alada, Sevilla, BABIDI-BÚ, 2017
Es siempre
gratificante ver que un autor del que hemos reseñado ya algún libro en este
blog ha conseguido publicar un nuevo volumen de poesía infantil, pues la lírica
para niños sigue siendo sin duda un pequeño (pero creciente) jalón de la enorme
producción infantil actual en el que no resulta fácil tener continuidad.
Pero es aún
más gratificante ver que esa continuidad en la publicación (no en la escritura,
que ya se sabe que son cosas distintas) revela asimismo un innegable y evidente
deseo del autor por transitar por nuevos caminos y por no repetir fórmulas ya
ensayadas con éxito anteriormente.
Es lo que
ocurre en este caso con María Rosa Serdio. Su anterior libro, el precioso
álbum ilustrado por Julio Antonio Blasco Bolso
de niebla que reseñé hace ya tiempo aquí, ha tenido su justo
reconocimiento al ser distinguido con una mención por la Fundación Cuatro Gatos
en su última lista de obras infantiles seleccionados. En aquella reseña
destacaba yo de Bolso de niebla varias
virtudes que lo convertían casi en una rara
avis dentro del panorama poético español para niños actual: por un lado, su
condición de poemario sin más, sin un tema unitario que unificara todos los
poemas como suele ocurrir con la mayoría de los libros de poemas escritos para
niños, pero sin dejar por ello de tener una unidad más sutil, como los
volúmenes de poesía para adultos; por otro lado, su decidida apuesta por el
lirismo y su huida de los recursos propios de la lírica tradicional, que
abundan en los versos escritos para niños; y, por último, la ausencia del uso
de recursos propios de la narración, tan frecuente también en la poesía concebida para el público infantil.
La boda alada, nueva entrega poética infantil de María Rosa
Serdio (después de haber sacado una preciosa recopilación de haikus, Caudal de azar, muy recomendable), es
una apuesta totalmente distinta, lo cual demuestra el interés de la autora por
no repetirse y por transitar nuevos cauces. O, para ser más exactos, su
conciencia de que en la poesía la forma es el mensaje, en tanto en cuanto el
contenido es en muchas ocasiones lo que impone un determinado molde poético y
formal y motiva la elección del tono, la métrica y los recursos. Y, en último
extremo, aunque esto no queda en manos del autor, hasta de las ilustraciones.
Este libro, La boda alada, es un apuesta
completamente distinta a Bolso de niebla,
y por eso su autora ha decidido elegir otra voz, sacar otro registro de su
bolso poético, donde está claro que hay muchas posibilidades y muchos disfraces
y caretas, y ponerse al servicio de un texto, esta vez sí, narrativo, que
cuenta segmentada el poemas los preparativos y la consecución de una boda que
tiene lugar entre una mariposa y un grillo cartero. Aquí se opta en consecuencia por el verso en arte menor, muy ágil, que se presta de maravilla a las
enumeraciones que componen algunos de los poemas, y con el que el lector se
sumerge en el devenir de los preparativos de la boda, sus invitados, los
regalos, etc. Con una cuidada estructura en la que la autora ha hecho todo lo
posible por no caer en la reiteración (lo cual siempre es un gran peligro en
los libros de estructura cerrada y con un plan preconcebido como este), el
libro va desgranando estampas donde se combinan a partes iguales el humor y el
lirismo, en un equilibrio sabiamente conseguido en el que no faltan hallazgos
imaginativos junto a destellos líricos que recuerdan a los mejores momentos de Bolso de niebla. Sin embargo, Serdio
parece haber hecho aquí une esfuerzo por contener ese caudal que sin duda
domina y ponerse al servicio del mundo imaginario que ha creado, autónomo y fantástico,
aunque en algunos momentos no nos habría importado oír un poco más ese otro
tono, que aflora en fragmentos como “Viaja dejando / color y risa /
como invitado / a sentir la vida” o “A los animales / dotados de alas, / a los
que caminan / o reptan o nadan, / a cualquier humano / que goce de alma”, por poner solo dos ejemplos.
Un mundo
estilizado e idealizado como proponen los versos y los relatos de María Rosa
Serdio demandaba sin duda unas ilustraciones en correspondencia con ello, como de
hecho son las de María Teresa Coll SanMartín. La ilustradora plasma en sus estampas el
delicado mundo imaginado por Serdio usando varios recursos que redundan en su
condición de gran fábula imaginaria y festiva. Coll ha optado por una clara
humanización de los animales que aparecen en el poemario, que tienen rostros
semejantes a los de las personas, piernas y brazos, van vestidos con ropas
propias de hombres y aparecen en su mayor parte erguidos. Pero, al mismo
tiempo, la ilustradora ha sabido mantener una serie de rasgos que permiten
reconocerlos y aunarlos con una idealización que los convierte claramente en
personajes imaginarios de un mundo autónomos y no en meras réplicas
antropomórficas de los animales correspondientes. Para ello utiliza las desproporciones
de las cabezas, claramente esféricas, y en general de los ojos de cada rostro,
muy abiertos y redondos, mientras que los miembros se adelgazan y los troncos
se ensanchan. Coll sabe asimismo jugar sabiamente con el color, pues, aunque la
mayor parte de las secuencias tienen fondos claros y alegres que armonizan con
el contenido de los versos correspondientes, no duda en recorrer a colores más
oscuros en momentos específicos o para destacar determinadas ilustraciones. Estas,
además, revelan un gran dominio en el uso de la perspectiva y los volúmenes y
proporciones (lo cual no es tan habitual como sería deseable en la ilustración
infantil) y en general un perfecto acabado en línea y color que, como ya hemos
dicho, cuadra a la perfección con el mundo idealizado que propone Serdio. Hay,
en fin, en sus ilustraciones una estilización cercana a lo naíf bien entendido
y a una estética emparentada de lejos con el dibujo animado, aunque sin
dejarse llevar del todo por ello, algo que puede conectar con el lector
infantil ofreciéndole al mismo tiempo una propuesta personal y nada complaciente
Por último, para acabar de reseñar esta Boda alada hay que destacar el cuidado que revela la edición. Se trata de un libro de tamaño mediano, con tapa dura, preciosas guardas que además son coherentes con el resto de la historia y adelantan de manera simbólica el espíritu del libro, y un exquisito cuidado en la impresión de los poemas y su ubicación respecto a las ilustraciones. Elecciones todas ellas que contribuyen a hacer de esta La boda alada un libro aún mejor, pues está claro que, en literatura infantil (y cada vez más, en la literatura en general), el formato también es el mensaje.
Por último, para acabar de reseñar esta Boda alada hay que destacar el cuidado que revela la edición. Se trata de un libro de tamaño mediano, con tapa dura, preciosas guardas que además son coherentes con el resto de la historia y adelantan de manera simbólica el espíritu del libro, y un exquisito cuidado en la impresión de los poemas y su ubicación respecto a las ilustraciones. Elecciones todas ellas que contribuyen a hacer de esta La boda alada un libro aún mejor, pues está claro que, en literatura infantil (y cada vez más, en la literatura en general), el formato también es el mensaje.