Hace casi seis años (en concreto, el 22 de junio de 2014, según reza el ex libris escrito de mi puño y letra en las primeras páginas) compré en Macerata, una pequeña ciudad de la región italiana de Las Marcas donde me encontraba de estancia de investigación, uno de los libros de poesía para niños y jóvenes más hermosos que he leído jamás: Poesie della notte, del giorno, di ogni cosa intorno, con poemas de Silvia Vecchini e ilustraciones de Marina Marcolin. Era un libro del que ya había oído hablar porque había sido incluido en casi todas las listas de recomendaciones de la Feria de Bolonia de aquel año y al que por tanto le tenía echado el ojo desde hacía un par de meses, pero que hasta entonces no había comprado. Mi entusiasmo por dicho libro me llevó a escribir una elogiosa y fascinada reseña en este blog que publiqué ya de vuelta a casa, el 8 de julio de ese mismo año según veo ahora. Como tantas otras entradas del blog, la reseña quedó ahí, sin que tuviera mayor repercusión. Incluso deduzco que tendría menos que otras entradas, ya que se trataba de un libro en italiano y más difícil de conseguir en España.
Pero uno nunca sabe qué va a pasar con lo que escribe, porque, una vez puesto a disposición de todos, puede tener una vida nueva. Y es lo que ha ocurrido con esta entrada. El pasado mes de abril, Arianna Squilloni, editora de A Buen Paso, escritora y una entusiasta admiradora como yo de la poesía de Silvia Vecchini, me escribió un correo para contarme que le había hablado de mi reseña a la editora del libro, Giovanna Zoboli, y que esta le había preguntado si les permitiría traducirla al italiano para incluirla en el blog de la editorial, Topipittori. Yo dije que sí, por supuesto, porque además es una editorial que me gusta mucho.
Después de varios meses sin saber nada de ellos (y también de haber olvidado un poco todo el asunto, la verdad sea dicha), la semana pasada recibí un correo de la editorial para comunicarme que la reseña acababa de publicarse, como me habían dicho, en el blog de la editorial, con el bello y adecuado título de Canto a due voci.
Ha sido todo un placer. Y doble, además. Por un lado, por ver que lo que escribí hace casi seis años cobra una nueva vida. Y, por otro lado, por poder leer mis propias palabras en una lengua que amo y en que en cierto modo también es mía.
Desde aquí doy las gracias a la editorial y, por supuesto, a Arianna Squilloni, que sigue ejerciendo con total y natural exquisitez su labor de puente cultural entre Italia y España.
Grazie mille.