viernes, 1 de septiembre de 2017

La boda alada


Serdio, María Rosa (texto) y Coll SanMartín, Teresa (ilustraciones), La boda alada, Sevilla, BABIDI-BÚ, 2017


Es siempre gratificante ver que un autor del que hemos reseñado ya algún libro en este blog ha conseguido publicar un nuevo volumen de poesía infantil, pues la lírica para niños sigue siendo sin duda un pequeño (pero creciente) jalón de la enorme producción infantil actual en el que no resulta fácil tener continuidad.
Pero es aún más gratificante ver que esa continuidad en la publicación (no en la escritura, que ya se sabe que son cosas distintas) revela asimismo un innegable y evidente deseo del autor por transitar por nuevos caminos y por no repetir fórmulas ya ensayadas con éxito anteriormente.
Es lo que ocurre en este caso con María Rosa Serdio. Su anterior libro, el precioso álbum ilustrado por Julio Antonio Blasco Bolso de niebla que reseñé hace ya tiempo aquí, ha tenido su justo reconocimiento al ser distinguido con una mención por la Fundación Cuatro Gatos en su última lista de obras infantiles seleccionados. En aquella reseña destacaba yo de Bolso de niebla varias virtudes que lo convertían casi en una rara avis dentro del panorama poético español para niños actual: por un lado, su condición de poemario sin más, sin un tema unitario que unificara todos los poemas como suele ocurrir con la mayoría de los libros de poemas escritos para niños, pero sin dejar por ello de tener una unidad más sutil, como los volúmenes de poesía para adultos; por otro lado, su decidida apuesta por el lirismo y su huida de los recursos propios de la lírica tradicional, que abundan en los versos escritos para niños; y, por último, la ausencia del uso de recursos propios de la narración, tan frecuente también en la poesía concebida para el público infantil.
La boda alada, nueva entrega poética infantil de María Rosa Serdio (después de haber sacado una preciosa recopilación de haikus, Caudal de azar, muy recomendable), es una apuesta totalmente distinta, lo cual demuestra el interés de la autora por no repetirse y por transitar nuevos cauces. O, para ser más exactos, su conciencia de que en la poesía la forma es el mensaje, en tanto en cuanto el contenido es en muchas ocasiones lo que impone un determinado molde poético y formal y motiva la elección del tono, la métrica y los recursos. Y, en último extremo, aunque esto no queda en manos del autor, hasta de las ilustraciones.
Este libro, La boda alada, es un apuesta completamente distinta a Bolso de niebla, y por eso su autora ha decidido elegir otra voz, sacar otro registro de su bolso poético, donde está claro que hay muchas posibilidades y muchos disfraces y caretas, y ponerse al servicio de un texto, esta vez sí, narrativo, que cuenta segmentada el poemas los preparativos y la consecución de una boda que tiene lugar entre una mariposa y un grillo cartero. Aquí se opta en consecuencia por el verso en arte menor, muy ágil, que se presta de maravilla a las enumeraciones que componen algunos de los poemas, y con el que el lector se sumerge en el devenir de los preparativos de la boda, sus invitados, los regalos, etc. Con una cuidada estructura en la que la autora ha hecho todo lo posible por no caer en la reiteración (lo cual siempre es un gran peligro en los libros de estructura cerrada y con un plan preconcebido como este), el libro va desgranando estampas donde se combinan a partes iguales el humor y el lirismo, en un equilibrio sabiamente conseguido en el que no faltan hallazgos imaginativos junto a destellos líricos que recuerdan a los mejores momentos de Bolso de niebla. Sin embargo, Serdio parece haber hecho aquí une esfuerzo por contener ese caudal que sin duda domina y ponerse al servicio del mundo imaginario que ha creado, autónomo y fantástico, aunque en algunos momentos no nos habría importado oír un poco más ese otro tono, que aflora en fragmentos como “Viaja dejando / color y risa / como invitado / a sentir la vida” o “A los animales / dotados de alas, / a los que caminan / o reptan o nadan, / a cualquier humano / que goce de alma”, por poner solo dos ejemplos. 
Un mundo estilizado e idealizado como proponen los versos y los relatos de María Rosa Serdio demandaba sin duda unas ilustraciones en correspondencia con ello, como de hecho son las de María Teresa Coll SanMartín. La ilustradora plasma en sus estampas el delicado mundo imaginado por Serdio usando varios recursos que redundan en su condición de gran fábula imaginaria y festiva. Coll ha optado por una clara humanización de los animales que aparecen en el poemario, que tienen rostros semejantes a los de las personas, piernas y brazos, van vestidos con ropas propias de hombres y aparecen en su mayor parte erguidos. Pero, al mismo tiempo, la ilustradora ha sabido mantener una serie de rasgos que permiten reconocerlos y aunarlos con una idealización que los convierte claramente en personajes imaginarios de un mundo autónomos y no en meras réplicas antropomórficas de los animales correspondientes. Para ello utiliza las desproporciones de las cabezas, claramente esféricas, y en general de los ojos de cada rostro, muy abiertos y redondos, mientras que los miembros se adelgazan y los troncos se ensanchan. Coll sabe asimismo jugar sabiamente con el color, pues, aunque la mayor parte de las secuencias tienen fondos claros y alegres que armonizan con el contenido de los versos correspondientes, no duda en recorrer a colores más oscuros en momentos específicos o para destacar determinadas ilustraciones. Estas, además, revelan un gran dominio en el uso de la perspectiva y los volúmenes y proporciones (lo cual no es tan habitual como sería deseable en la ilustración infantil) y en general un perfecto acabado en línea y color que, como ya hemos dicho, cuadra a la perfección con el mundo idealizado que propone Serdio. Hay, en fin, en sus ilustraciones una estilización cercana a lo naíf bien entendido y a una estética emparentada de lejos  con el dibujo animado, aunque sin dejarse llevar del todo por ello, algo que puede conectar con el lector infantil ofreciéndole al mismo tiempo una propuesta personal y nada complaciente
     Por último, para acabar de reseñar esta Boda alada hay que destacar el cuidado que revela la edición. Se trata de un libro de tamaño mediano, con tapa dura, preciosas guardas que además son coherentes con el resto de la historia y adelantan de manera simbólica el espíritu del libro, y un exquisito cuidado en la impresión de los poemas y su ubicación respecto a las ilustraciones. Elecciones todas ellas que contribuyen a hacer de esta La boda alada un libro aún mejor, pues está claro que, en literatura infantil (y cada vez más, en la literatura en general), el formato también es el mensaje.