lunes, 8 de junio de 2015

Entrevista con Laura Forchetti, ganadora de la última edición del Premio Orihuela de poesía para niños




Donde nace la noche se abre con una cita de un poema de Emily Dickinson y, en algunos momentos, se puede ver cierta huella de su poesía. ¿Es una referencia consciente para usted? ¿Es deliberado? 
Sí es una referencia consciente, pero no sé si diría que deliberada, buscada.
Emily Dickinson es una de mis poetas predilectas. Su poesía me resulta cercana, como de una vieja amiga. Sus conversaciones con la naturaleza, su ojo telescópico –para usar una adjetivación que le pertenece- atrapa los misterios y los coloca en los versos como si fueran hechos simples y cotidianos. Acepta ese misterio y lo habita. Nunca deja de preguntarse y de investigar, pero con la conciencia permanente de que la verdad es provisoria y tornasolada.
En algún momento, mientras escribía los poemas de Donde nace la noche, leí su poema 382: Buenos Días –Medianoche/ Vuelvo a Casa y sentí que esos versos resumían lo que estaba escribiendo: el recorrido de una nena y un nene que salen a saludar la noche. Entonces, quise abrir el libro con la cita de Dickinson como homenaje y en la alegría del encuentro que atraviesa un siglo y medio, las lenguas diferentes y el espacio de norte a sur.
La gran poesía que hemos leídos es como un escenario en el que nos movemos, una música que suena en torno mientras hacemos nuestra propia poesía, aunque, abstraídos en armar nuestros versos, no seamos conscientes de esa presencia.
El libro, a pesar de estar en arte menor, no acusa influencia alguna de la lírica tradicional hispana, ¿es una elección buscada?
La tradición hispana está en nuestras raíces, en nuestro oído; esa influencia se hace presente porque ha sido el folklore que hemos escuchado en la infancia, las rimas, las rondas con las que jugábamos en la escuela, la primera poesía que leímos. También porque la arrastra la lengua, nuestro argentino nacido del español. Sin embargo, al momento de escribir mis propios poemas, no aparece como una estructura fija sobre la que construir los versos, se vuelve más bien una marca al agua.
Prefiero el verso libre, trato de jugar con el ritmo de cada palabra, su capacidad de sugerir música y sentido y de sumarse a la música y al sentido mayor del texto. Aliteraciones, repetición, rima asonante, el corte del verso, son los recursos que van generando la sonoridad del poema. Mientras escribo, voy repitiendo en voz alta los versos una y otra vez, cuidando esa sonoridad, ese fluir del lenguaje, evitando disonancias, cortes bruscos en la corriente de aire en la que respira el poema.
Es una elección buscada en cuanto la escritura es búsqueda de una forma en la que nuestras palabras se sientan en casa.
En la poesía española para niños creo que actualmente se pueden ver grosso modo dos tendencias: aquella que asume lo tradicional y aquella que trata de innovar desde otras referencias. ¿Cree que en Argentina ocurre lo mismo?
Sí, aquí se dan esas dos tendencias también, pero creo que en Argentina, en estos últimos años, quienes escriben poesía infantil han trabajado mucho con otros registros, otras estéticas. Se escribe una poesía que va por fuera de la lírica tradicional, tanto en forma como en temática. Hay una exploración con las palabras y el verso, poesía que se acerca a lo coloquial o que incorpora lenguajes de otras áreas, de la ciencia, por ejemplo. Textos muy ricos que amplían el horizonte de la poesía infantil, la sacan del ámbito puramente escolar en que ha estado tanto tiempo y la acercan al juego, al placer y también al misterio y al encuentro con lo inefable que puede propiciar el poema.
¿Es en Argentina también la poesía infantil una suerte de Cenicienta dentro de la producción literaria para niños?
No sé si usaría la imagen de la Cenicienta para referirme a la poesía infantil vista en perspectiva dentro de la producción literaria para niñas y niños.
Hay bellísimos libros de poesía publicados, con la misma calidad y cuidado que los libros de narrativa. Libros que aunque estén destinados al público infantil, pertenecen, por propio derecho, a la poesía en general, poesía verdadera.
Hay editoriales, la mayoría pequeñas editoriales, independientes, pero también editoriales de mayor circulación comercial, que empiezan a incorporar la poesía en sus catálogos, con selecciones exquisitas, muy buenas.
Entonces, sí es cierto que el número de libros de poesía que se publican es mínimo en relación a lo que se publica de narrativa, pero esto no es exclusivo de la literatura infantil. Lo mismo podemos decir de la poesía destinada al público mayor. Lo que se publica y lo que se vende.
La poesía siempre ha estado en los márgenes de la literatura, por prejuicios, por una visión escolarizada y romántica, por lo que exige de quien lee. La lectura de poesía suele desacomodarnos, su lenguaje abierto, los significados en abanico, la pregunta que nos deja, una especie de conocimiento que va más allá de lo racional, que nos pide adentrarnos en otras zonas de la percepción y la emoción. Por eso es tan importante la función de los mediadores de lectura, manos que nos acercan libros, voces que repiten poemas, circunstancias en las que de pronto algo se ilumina dentro de nosotros a través de las palabras de un verso o dos.
Los libros de poesía circulan menos en los espacios que habita la literatura infantil –escuelas, bibliotecas, librerías, festivales- es verdad, pero en los últimos años esto empezó a cambiar, la poesía se ha hecho presente; no con estridencias, no con espectaculares campañas de marketing, si no como una compañía acogedora y necesaria, un encuentro feliz y cautivador con la palabra.
¿Se conoce en Argentina la poesía infantil española o es difícil hacerse con ella? ¿Está al tanto de lo que se publica en España de poesía para niños?
Por lo que decía en la respuesta anterior, los libros de poesía infantil española también circulan mucho menos que los textos narrativos. Son pocos los libros que llegan y no es fácil hacerse con ellos.
Hay algunas editoriales, como Kalandraka, que tienen muy buenas colección de poesía y cuyos libros se distribuyen aquí, pero con cierta dificultad, especialmente en el interior; no hay una presencia fuerte de estos libros en las librerías ni en las bibliotecas públicas. Sí empieza a llegar algo a través de los planes de lectura nacionales, en las cajas de libros que envía el gobierno a las escuelas.
A pesar de esto, en la actualidad tenemos la ventaja de contar con la red de internet que nos permite acceder a materiales de todo el mundo. Es a través de ese medio que podemos leer poesía española, conocer a las y los autores que están escribiendo para el público infantil, ver en qué andan. Personalmente, es mi manera de acercarme a esa poesía a la que cuesta acceder a través del libro impreso. 
¿Es alargada la sombra de María Elena Walsh en la poesía infantil argentina o ya se ha superado su importante magisterio?
María Elena Walsh sigue siendo nuestra maestra. De ella aprendimos que “la poesía no alude más que a sí misma, sopla donde quiere y es preferible que no forme parte del temario (escolar) sino del recreo, que se integre más en el juego que en la instrucción”. Sus poesías y canciones forman parte del folklore de la infancia, ruedan de boca en boca sin necesidad de nombrar a su autora.
María Elena Walsh apareció en la literatura infantil en la década de los 60 con textos plenos de frescura y vitalidad. Su poesía está cargada de juegos con las palabras, de ritmos y rimas, aliteraciones, estructuras tradicionales y versos libres, pero también de absurdo e ironía, de humor y disparate.
Desde entonces, han ido apareciendo nombres fundamentales en la poesía infantil argentina, voces potentes con su propio tono y forma, varias generaciones de escritoras y escritores de los que aprendemos y con los que dialogamos. Pero creo que aún está presente su influencia, su desparpajo, su libertad. Creo que ese es su gran magisterio: saber que la poesía infantil pertenece al reino de la  imaginación y del juego, que es auténtica poesía, que nos permite ver el mundo con una mirada nueva y desprejuiciada y que nos hace más felices y más humanos.
Usted escribe también poesía para adultos (llamémosla así). ¿Cree que hay mucha diferencia entre escribir para niños y hacerlo para adultos? ¿Es consciente de estar adoptando otra voz, otro punto de enunciación o todo es mucho menos premeditado?
Personalmente, cuando aparece la idea de un libro o un poema, mientras va tomando forma en mi cabeza y empiezo a buscar información sobre el entorno, los detalles, siento que viene con un tono y con un registro de lenguaje. Cuando me siento a escribir esos poemas, ese tono intuido, ese registro, serán el impulso para darles forma: el tipo de verso, los cortes, las imágenes, el ritmo, el silencio. La escritura entonces se va acercando o no a eso que llamamos poesía infantil.
Pero aquí me demoro en el gesto de pensar: ¿Cuál es la especificidad de la poesía infantil?
Pienso en las veces que leí con mis alumnos a Lorca, Machado, Hernández, por nombrar como ejemplo a los españoles, pero la lista es larguísima. Pienso en cómo hemos leído tantos poemas que no han sido escritos pensando en lectores infantiles y sin embargo, los hemos leído con disfrute y encantamiento.
Tal vez, como dice la poeta Delfina Muschietti, lo que se necesita en la poesía infantil es: darle color y movimiento, juego a la imaginación concreta; objetos cotidianos mezclados con aquellos que generan fantasía y misterio, como cuando ellos hacen de una ola, una cueva...quizás así recuperar esa perspectiva.
La perspectiva de la infancia: abrir los ojos al mundo como si fuera la primera vez, sentir la inquietud hacia lo que no conocemos y también la alegría, la aventura que nos espera a cada paso.
Escribir pensando en lectores niñas y niños implica mantener los ojos limpios de prejuicios y monotonías, sacudirlos del cansancio.
            Y también prestar especial atención a las palabras, volver a explorarlas como si fueran objetos: el peso, la textura, el brillo o la transparencia, como se transforman en cajitas chinas plenas de resonancias y significados, como se comportan puestas una al lado de la otra. No olvidar la música, el juego sonoro que atrapa y deleita. Recuperar un poco la propia infancia, nada menos.
¿Cuáles son sus principales referencias poéticas o simplemente literarias a la hora de escribir?
Reconozco cercana la poesía inmersa en la naturaleza y en lo humano de algunos poetas argentinos como Juan L. Ortiz, Diana Bellessi, Leónidas Escudero y de los universales Guillermo Hudson, que aunque escribió en prosa era realmente un poeta, y Emily Dickinson; esta última también en la tradición de las escritoras mujeres, desde las norteamericanas a Alfonsina Storni, iniciadora de una genealogía de poetas argentinas que llega hasta hoy.
En cuanto a la poesía infantil, hay voces ineludibles. Ya nombré a María Elena Walsh, agrego a Laura Devetach, María Teresa Andruetto, Jorge Luján, aunque la lista es mucho más larga. La relación con los contemporáneos es como un diálogo, la lectura de sus textos y la propia escritura se cruzan, se acercan y alejan. Es una poética que se está construyendo delante de nuestros ojos, es interesante prestar atención a esta construcción.
Y si miro más lejos, lo que hablamos antes: el folklore de la infancia con sus rimas, coplas, rondas y también aquellos poetas que nos enseñaron que las palabras podían ser juguetes maravillosos. Pienso por ejemplo en José Sebastián Tallón, un poeta argentino que amé cuando era niña, me sabía sus poemas de memoria; todavía, cuando lo leo, vuelvo a sentir aquel misterio que me envolvía, me fascinaba.
Y, finalmente, me gustaría saber qué supone para usted ganar un premio como este de Orihuela, concedido además en un país extranjero.
En primer lugar la emoción de que sea en Orihuela, la tierra de Miguel Hernández. Me da inmensa alegría que mi libro lleve el sello de esa ciudad, como homenaje a su poesía de belleza profunda, humana.
Este premio y la publicación del poemario en España, por la editorial Kalandraka, que realmente es una editorial de lujo, le da una difusión inesperada a mis poesías, un intercambio con un mundo de lectores mucho más amplio y eso siempre nos enriquece como poetas, nos hace crecer.
Es mi primer libro publicado de poesía infantil, es maravilloso que haya sido en estas circunstancias.

4 comentarios:

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  2. Una entrevista deliciosa, por el estilo de quien pregunta y el estilo de quien responde... un placer ambas lecturas, que son dos, y en el diálogo, son una.- Agradecida a las dos partes por acercarnos este material.-

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    1. Muchas gracias, Ivanna, por el comentario. La verdad es que tengo que agradecer a la autora su dedicación a la hora de responder las preguntas. Así da gusto entrevistar, aunque sea con una distancia de miles de kilómetros. Saludos

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  3. Muchas gracias, Ivanna, por el comentario. La verdad es que tengo que agradecer a la autora su dedicación a la hora de responder las preguntas. Así da gusto entrevistar, aunque sea con una distancia de miles de kilómetros. Saludos

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