lunes, 24 de octubre de 2016

Nube con forma de nube

Pisos, Cecilia (texto) y Bianki, Diego (ilustraciones), Nube con forma de nube, Pontevedra, Kalandraka, 2016


    Es para mí una alegría inmensa reanudar la actividad crítica de este blog durante la rentrée literaria y académica - que por diversas razones se ha retrasado más de lo que me habría gustado - reseñando un libro publicado en España y por una editorial española pero escrito por una de las grandes poetas que escriben hoy en día poesía en español para niños. Porque eso es para mí sin hipérbole la argentina Cecilia Pisos, de quien no en vano ya he reseñado dos libros en este blog. El primero de ellos, Soplacoplas, que fue el que me la descubrió, lo encontré por casualidad curioseando entre los estantes de una librería y me hechizó ahí mismo, en mi primera lectura de pie y apresurada, por cómo llevaba a cabo una audaz relectura de la tradición hispánica que denotaba un bagaje inmenso y profundo de lecturas y un respeto absoluto por los niños lectores. Tanto, que lo compré sin dudarlo, y lo reseñé de inmediato. El segundo, El pájaro suerte, me llegó a través de la propia autora (pero con la manera milagrosa en que llegan los envíos de allá, casi en mano) y me enamoró al instante porque me pareció uno de los ejemplo más acabados de lo que creo debe ser la poesía para primeros lectores, plena de humor, lirismo y de audacia en el lenguaje que no suele encontrarse en esos niveles. 
    Ahora se publica este Nube en forma de nube, y si llega a las manos de un lector español como yo es porque llegó a quedar finalista en el concurso Orihuela de hace unos años y los editores de Kalandraka decidieron con muy buen criterio publicarlo también. 
     Como ocurre con muchos libros de poemas, en este hay que empezar por el principio, es decir, por el título, que remite a uno de los poemas del libro ("Nube con forma de nube / nube que nadie miró") y al mismo tiempo resume el sentido de todo el libro, que trata, en la superficie, sobre las nubes o, mejor dicho, sobre la forma en que nos paramos a mirar las nubes y tratamos de encontrar en ellas formas que nos recuerden a otras cosas. ¿Quién no ha pensado o incluso declarado en voz alta que una nube le recordaba a un caballo, a un árbol, a un pez, a un cocodrilo o a una ballena? ¿Quién no se ha sentado, de niño o de mayor, a mirar los perfiles cambiantes y errantes de las nubes durante una agradable tarde de primavera o verano? Nube con forma de nube apela a dicha experiencia que todos compartimos - es decir, hunde sus raíces en el imaginario, y por lo tanto nos incumbe a todos - para llevar a cabo una serie de variaciones sobre las nubes.  Pero en realidad el libro trata sobre la mirada (al final todos los libros infantiles tratan sobre la mirada) y sobre la manera en que contemplampos el mundo, y en eso el poema que lo inspira resulta fundamental y es la piedra angular que lo articula todo, porque la poesía no es al fin y al cabo ver un zapato en una nube con forma de zapato, sino más bien ver un zapato en una nube con forma de nube; es decir, ver aquello que nadie ve en aquellas cosas que están delante de nuestros ojos. 
    Así, como muchos otros poemarios para niños, Nube con forma de nube tiene un hilo conductor o leit motif común que aglutina todos los poemas, lo cual resulta más fácil de cara al lector infantil pero plantea una dificultad añadida al escritor, que debe afinar todos sus armas poéticas para no caer en la monotonía y no repetirse a lo largo del poemario. Cecilia Pisos lo consigue de varias maneras. Basta comparar algunas páginas del libro para ver que no se ha conformado con repetir la misma fórmula siempre. Hay poemas más breves, casi como adagios (el ya citado que da nombre al libro es un ejemplo muy claro) y otros más largos, que incluso se extienden por toda la página en un juego caligráfico muy adecuado basado en la repetición, como en "Sale cazado / el ojo", donde se repite por todo el blanco "nube árbol" con una leve variación que da sentido a toda la composición. Incluso hay composiciones que de tan sencillas resultan milagrosas, como "Una, / dos, / tres, / cuatro, / cinco, / seis, / siete, / ocho, / nube, / diez", basado en la paronomasia. Y otras en las que se echa mano de ciertas asociaciones clásicas para variarlas, como en "En este cielo / de insomnio feroz / la mosca blanca / es la nube negra. // En otro cielo / rugiente de tormenta / la nube blanca / es la oveja negra", cuando no aparecen ecos de greguería que nunca desentonan ("A las nubes les gusta / soltarse todo el tiempo / la lluvia") y que están construidos sobre la personificación, otro recurso muy caro a la poesía infantil, o incluso se juega de ingeniosa manera con el imaginario infantil y los conatos de narración, recursos muy propios del género lírico infantil también. 
   Para cualquier ilustrador un libro como este es un regalo pero también un desafío, porque no se puede abusar del recurso de dibujar nubes con otras formas constantemente, que sería una opción muy socorrida. Diego Bianki opta por atenerse al título al pie de la letra, rigurosamente, y crear, en efecto, solo nubes con forma de nube. Es decir, no dibuja nubes con siluetas que se asemejen a otros objetos, sino nubes solamente. Además, en un ejercicio de estilización imaginaria de lo más afortunado, las nubes de Bianki no intentan ser realistas y parecerse a las nubes de verdad, sino parecerse a las nubes que todos hemos dibujado alguna vez y que generalmente dibujan los niños: esas nubes de perfiles perfectamente lobulados que alguna vez han decorado nuestros cuadernos infantiles y que aún trazamos alguna vez cuando un niño nos pide que las dibujemos. Este tipo de nube arquetípica se convierte en el hilo conductor visual de todo el libro, hasta el punto de que algunas nubes sueltas aparecen como motivos decorativos en aquellas páginas donde no hay una ilustración del poema propiamente dicha. A partir de esta nube primigenia Bianki establece una serie de variaciones, pero siempre conservando su reconocible perfil inicial: a veces cambia el color; a veces las agranda o las empequeñece; en una ocasión las convierte en ovejas blancas y negras (en el poema ya citado) poniéndoles cara y patas, o en una cabalgadura sobre la que va montado un caballero ("El caballero nube / que sube / a su nube de dragón / si no apura su espada / para el lance / terminará a caballo / de un nuberratón"); y cuando son nubes de algodón se vuelven, por supuesto, rosa. De esta forma, las propias ilustraciones nos hacen ver que las nubes son siempre las mismas y que solo la mirada les da una apariencia distinta. Con ello texto e ilustración convergen para decir exactamente lo mismo. 
   La poesía es ritmo pero también es mirada. Si cualquiera de los dos elementos falla, la construcción se viene abajo, y da igual que sea poesía para niños o para adultos. La poesía es poesía, con independencia del lector al que vaya dirigida, y eso es algo que Cecilia Pisos tiene claro en todo momento, en todo libro. Nube con forma de nube es un un libro que no trata a los niños como tontos, que les da su derecho a tener poesía de verdad, poesía en verbo y alma. Y, por todo ello, es una gran noticia que este libro que se publique en España, sin duda.
 
http://www.kalandraka.com/es/colecciones/nombre-coleccion/detalle-libro/ver/nube-con-forma-de-nube/

http://www.ceciliapisos.com.ar

http://www.diegobianki.com

De vuelta, por fin


   En la Universidad de Zaragoza, donde trabajo, se suele decir que el curso solo empieza con normalidad después del Pilar, es decir, a mediados de octubre. Yo este año me lo he tomado al pie de la letra y he tardado un poco más de lo previsto en retornar a mis labores blogueras, pero la vuelta es inminente. Y es un honor para mí reanudar un nuevo curso reseñando un libro de poemas de la gran Cecilia Pisos recientemente publicado en España. Próximamente, en dulcepepinillo.blogspot.com.es, Nube con forma de nube. Todos a mirar el cielo.

viernes, 22 de julio de 2016

Cerrado por vacaciones


  Volveremos en septiembre, con más reseñas y recomendaciones. 
         Feliz verano a todos. 

martes, 28 de junio de 2016

Aedi per l'infanzia, de Claudia Lepri



    (...) Solo por esa toma en consideración de la poesía y la ilustración como objeto de análisis absoluto, otorgándoles una prioridad que apenas se da en Italia y tampoco en España, merecería la pena la lectura de este Aedi per l’infanzia. Si a ello le añadimos el exhaustivo análisis que la autora lleva a cabo en las dos partes, el libro se convierte en una muy recomendable y útil lectura para cualquier que esté interesado no solo en la poesía y la ilustración, sino también en la literatura infantil en general 
(...) [A]l leer Aedi per l’infanzia, uno tiene la sensación de que detrás de estas páginas hay un yo verdaderamente sensible y concienzudo que lee y mira exhaustivamente la obra de estos poetas e ilustradores. Un yo que, con este libro, nos permite compartir su visión privilegiada e iluminadora de los mismos.  

(fragmento de la reseña sobre Aedi per l'infanzia, que aparecerá en el próximo número  Anuario de Investigación en Literatura Infantil y Juvenil). 

Lepri, C. (2015). Aedi per l’infanzia. Poeti e illustratori di oggi. Pisa: Pacini Editore
 ISBN: 978-8863159455
295 páginas


domingo, 19 de junio de 2016

El clásico de la semana es...

 
     Las nanas son probablemente la puerta de entrada a la literatura para cualquier individuo, aunque nuestro contacto con ellas se produzca en una época en la que aún no podemos apreciarlas como tal. A pesar de que su fin es apaciguar y dormir a los bebés, estas breves poesías tan ligadas al canto y al movimiento no son siempre melifluas cantinelas que den una visión idealizada de la vida y de la infancia. Antes al contrario, hay muchas nanas en las que se amenaza directamente al niño con personajes fantásticos que encarnan el miedo (el coco, o el diablo blanco en la famosa nana cubana Duerme, negrito), en las que se hace mención a las duras tareas del hogar o en las que se lamenta la ausencia del padre, que trabaja en el campo. Como sucede en tantos otros géneros literarios infantiles, las nanas reflejan de manera ejemplar la sociedad en que nacen y además deslizan determinados mensajes subversivos por debajo de su adormecedora y lánguida musicalidad. 
    El hermoso libro recopilatorio Las más bella nanas del mundo (Kókinos) nos da unas cuantas buenas muestras de ello, ya que recopila nanas de diversos universos divididos en seis partes: Escala africana, Escala criolla, Escala eslava, Escala del jardín del edén, Escala brasileña y portuguesa y Escala asiática. Cada una de estas secciones está ilustrada por un ilustrador distinto, de manera que quedan aún más marcadas las diferencias entre unas traiciones y otras. Como complemento, cada apartado ofrece, antes de las nanas propiamente dichas, una explicación de su historia y sus orígenes. Otro acierto es que las nanas se ofrecen en su versión original y su traducción castellana y, en el caso de aquellas cuyo original está en otro alfabeto (las rusas, las hebreas y yiddish y las chinas), con su transcripción a nuestro alfabeto, para que quien quiera pueda cantarlas y seguirlas en su versión primera, ya que el libro lleva asimismo un CD con todas las nanas. 
    De entre todas las nanas que se incluyen en el libro voy a destacar una por motivos puramente personales. Se trata de Dona, Dona, una composición en yiddish que yo conocí hace muchísimos cantada por Joan Báez en una cinta de cassette que mis padres escuchaban en casa y en el coche. En aquel entonces desconocía que se tratara de una nana y que su lengua original fuera el yiddish (yo creo que hasta desconocía que hubiera una lengua llamada así, de hecho), pero algo realmente hipnótico debía de tener ese estribillo en el que se repetía muchas veces una sola palabra (Dona dona dona dona dona dona dona do dona dona dona dona dona dona dona do) como para que quedara grabada en mi memoria hasta mi adultez. 
    Dona Dona es una nana especial, no solo por la belleza y delicadeza de la música, sino por la letra, que propone un problema existencial sin solución: 

Es un ternerito subido a un carro,
atado con una cuerda. 
Allá arriba en el cielo, un pajarito vuela,
se divierte y revolotea por todas partes. 

Estribillo: 
El viento ríe en los trigos,
ríe y ríe y ríe.
Ríe todo el día
y la mitad de la noche 
Dona, dona, dona dona... 

El ternerito muge, el campesino le dice: 
¿Quién te manda ser un ternero?
Podías haber sido un pajarito.
Podías haber sido una golondrina. 

Estribillo 

A los pobres terneros se los ata 
y se los lleva al matadero-
Pero el que tiene alas puede volar lejos 
y no es esclavo de nadie. 

    Como se ve, las nanas no siempre sirven para apaciguar a los niños, sino también para hacerles partícipes desde la cuna del gran absurdo que puede ser la vida. 
     La canción, como he dicho, antes fue popularizada en su día por Joan Báez, con una letra en inglés que se puede leer en este vídeo:


   
   Pero también está disponible en youtube una versión en yiddish de la famosa cantante israelí Nehama Hendel:




AA.VV., Las más bellas nanas del mundo, Madrid, Kókinos, 2011.

lunes, 13 de junio de 2016

Trece / Thirteen


Baldallo, Luna (texto), Baldallo, Ana (ilustraciones) y Schimel, Lawrence (traducción), Trece / Thirteen, Sevilla, Ediciones en Huida, 2015


Este libro refleja en sí mismo varias de las tendencias actuales de la poesía infantil  en español. Por un lado, ha sido publicado por una  editorial pequeña, que decide arriesgarse al editar un libro de poesía infantil. Esto es cada vez más habitual en el panorama literario de nuestro país, pues muchas de los poemarios más interesantes se están publicando en sellos pequeños y muchas veces son el resultado de la perseverancia de una persona o un grupo de personas que luchan por sacar a la luz un proyecto en el que creen, en no pocas ocasiones a través incluso del micro-mecenazgo. Por otro lado, se trata de un libro bilingüe, que se ha publicado directamente en inglés y en español.  Ambas versiones conviven en las mismas páginas, una solución que cada vez más frecuente en España, donde parece existir cierta obsesión por el bilingüismo en los ámbitos educativos. El resultado de dicha decisión podría ser discutible a no ser porque en este caso se ha optado por dejar la traducción en las mejores manos: las de un escritor norteamericano bilingüe y residente en España, Lawrence Schimel, que ha publicado libros tanto en español como en inglés y que además es autor de un buen número de obras para niños. No se me ocurre una mejor opción para una tarea tan delicada como traducir poesía infantil, en la que es tan importante el ritmo y la sonoridad, y desde luego el resultado, al que luego haremos referencia, es óptimo.
Así, pues, este Trece/Thirteen es un trabajo a seis manos, pues al tándem de las Baldallo (Luna en el texto, Ana en la ilustración), que ya dieron el do de pecho con un libro tan valioso y bien editado como Concierto para Rigoberto, ya reseñado aquí y buen ejemplo de proyecto perseguido por sus autoras, se une en este caso Schimel para ofrecernos un poemario para niños ilustrado y en doble versión español-inglés. Ahí es nada. Cualquier reseña sobre este debe, pues, hacer referencia a estas tres calas, pues las tres se imbrican para hacer de este libro lo que es.
Empecemos, pues, por el texto. Como muchos otros libros de poesía para niños, Trece tiene une trama narrativa que une las distintas composiciones y que crea un hilo conductor claro, menos evidente que el de un relato puro y duro, y más fragmentario, pero perfectamente reconocible para los lectores. En este caso, la historia narra la relación entre una voz poética claramente infantil (a la que las ilustraciones identifican como una niña pelirroja) y una gata negra que se llama, precisamente, Trece. Dicha relación entre esta niña atónita, que en los distintos momentos del libro refleja a la perfección el estupor que produce la convivencia con los gatos (“Así es doña Trece, / mi gata sigilosa, / paseando su negrura / como una diva ociosa”), se desarrolla durante doce poemas, y no trece. No son trece porque la última palabra del duodécimo, y por lo tanto de todo el poemario, es “Trece”, que aparece además en una tipografía más grande que el resto del texto. Esto demuestra un extremo cuidado en la estructura del texto, que además queda de manifiesto en la manera en que Luna Baldallo, que parece ser consciente del peligro de caer en la monotonía un libro como este, ha decidido variar tanto los tonos como los metros y la tipografía del poemario, aunque predomine el arte menor, así como la extensión de las diversas secciones. 
Para las ilustraciones parecen haberse tomado las mismas decisiones; nada raro, pues este es un libro concebido realmente a cuatro manos, por lo que se ve muy bien la confluencia entre el texto y las imágenes. Un poemario con un tema claro como este, con el protagonismo del gato y la niña, corre también el riesgo de caer en la monotonía en las imágenes, que Ana Baldallo evita sobre todo variando las composiciones y las soluciones adoptadas. Hay, sobre todo, un acierto general en las ilustraciones, que consiste en plasmar a través de ellas el carácter escurridizo e imprevisible de los gatos, al que aluden igualmente los versos (“Si la llamo, no se mueve”; “Mala gata que se escurre”; “En las noches de luna / no veo a trece”). Por ello, son varias las ocasiones en que la gata Trece desaparece del plano. En la página 15, por ejemplo, solo vemos su cola, que ocupa casi toda la página, y que aparece convenientemente difuminada. Asimismo, tanto la cubierta como la portada nos muestran a Trece en primer plano rodeada de hojas, con los ojos claramente destacados, en un contexto natural que incide en el carácter semisalvaje de los gatos y su condición de felino. Al mismo tiempo, en algunas ocasiones se incluyen varios hallazgos visuales que bordean el poema visual, como, por ejemplo, el corazón traspasado por una espina de pescado o el platillo de comida lleno de corazones.
En cuanto a la versión en inglés, si traducir poesía infantil no es tarea fácil, aún no es menos hacerlo del inglés al español, pues se trata de dos lenguas de morfosintaxis y sonoridad muy distintas, lo cual es especialmente palpable en la lírica. En este sentido, la traducción no es, afortundamente, absolutamente fiel, porque  Schimel parece haber optado por mantener el ritmo y ser fiel al espíritu del texto en general. Para ello, en ocasiones el traductor debe renunciar a ciertos paralelismos del original (por ejemplo, “Si quiere dormirse, duerme. / Si quiere dormir, se duerme / para no jugar conmigo” se convierte en “If she wants to sleep, she sleeps. / Sometimes she falls asleep / so as top lay with me”), pero en general se las arreglar para mantener la rima (“Hay algo en esa rota / silla de hierro. / ¿Es Trece paseando / su pelo negro” en inglés pasa a ser “There’s something sitting / on that iron chair. / Is that Thirteen / with new black hair?”), aunque a veces se vea obligado a renunciar a ella en aras del ritmo. También hay soluciones acertadas que tienen que ver con la adaptación cultural, como, por ejemplo, “Caramelos, chocolates y turrón; / verduras no, fijo que hay un montón” se traduce como “Candy and chocolate and other sweet edibles; / they’re sure to have nothing but vegetable”.
Con todo, la traducción pasa con nota la prueba de la lectura en voz alta, y sin duda da a este poemario un público lector potencial más amplio, algo que, por el cuidado con el que ha sido concebido, merece. Como único pero podría aducirse que tal vez el libro habría salido ganando en un formato mayor, de gran álbum. Pero así funciona igualmente, y ya se sabe que los pequeños sellos editoriales no siempre pueden elegir los formatos en que publican sus obras. En cualquier caso, es de agradecer que hagan todo lo posible por hacer que libros que este lleguen a nuestras manos.

https://www.edicionesenhuida.es

http://somosabracadabra.com

https://www.facebook.com/lawrence.schimel

viernes, 10 de junio de 2016

El clásico de la semana...

 
  En un día como hoy, muy caluroso y con protagonismo francés (malgré tout), el clásico de la semana solo podía ser este bellísimo poema de la aristócrata y poeta francesa Anna de Noailles (1876-1933). Porque sí: llega el verano y un infinito placer de vivir empieza a extenderse sobre todos nosotros.

Chaleur 

Tout luit, tout bleuit, tout bruit,
Le jour est brûlant comme un fruit
Que le soleil fendille et cuit.

Chaque petite feuille est chaude
Et miroite dans l'air où rôde
Comme un parfum de reine-claude.

Du soleil comme de l'eau pleut
Sur tout le pays jaune et bleu
Qui grésille et oscille un peu.

Un infini plaisir de vivre
S'élance de la forêt ivre,
Des blés roses comme du cuivre.